Abreboca y abrebocas
El sustantivo masculino abreboca es sinónimo de aperitivo, según el diccionario académico. Ejemplo: «Tomamos un abreboca antes de la cena». 1 Su plural, naturalmente, es abrebocas. Sin embargo, no es infrecuente en nuestro país que esta última palabra se use como variante del singular, 2 que es, de hecho, la única que consta en el Gran diccionario de uso del español actual:
«abrebocas. Bebida o pequeña cantidad de comida que se toma antes de la comida principal. También se usa en sentido fig: La cabalgata sirve de lo que aquí llaman abrebocas de las 35 ferias de Cali». 3
Al respecto, el Diccionario de americanismos registra los lemas abrebocay abrebocas.Este último, con la marca geográfica o diatópica de Colombia, Venezuela y Ecuador, está definido así: «Muestra, resumen o extracto que se ofrece como estímulo o invitación a la presentación de un acto o de un espectáculo».4
Una definición similar es la que trae el Diccionario de colombianismos: «Adelanto que a manera de muestra se ofrece al público para que se anime a asistir a una presentación o a un espectáculo».5
Cabe aclarar que con el sentido de «instrumento empleado para mantener abierta la boca de una persona o animal» son válidas las dos palabras: abreboca o abrebocas. 6
2 Cfr. Pablo Grosschmid y Cristina Echegoyen. Diccionario de regionalismos de la lengua española. Barcelona: Juventud, 1998. p. 10.
3 Gran diccionario de uso del español actual. Madrid: Sociedad General Española de Librería, 2001. p. 27.
4 Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de americanismos. Lima: Santillana, 2011. p. 10.
5 Instituto Caro y Cuervo. Diccionario de colombianismos. Bogotá: Legis, 2018. p. 36.
6 Cfr. Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos. Diccionario del español actual. Madrid: Aguilar, 1999. p. 26; María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 12.
Accidente fortuito
Este sintagma, que aparece en Redes. Diccionario combinatorio del español contemporáneo y en el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo, constituye, en principio, un pleonasmo, «ya que fortuito significa ‘que sucede inopinada y casualmente’, que es lo que define al accidente; es decir, todo accidente es fortuito». 1 Dicho de otra manera: «Un accidente es siempre algo inesperado, un suceso eventual. Fortuito denota que algo sucede casualmente. Por lo tanto, la palabra fortuito no aporta ninguna cualidad nueva a accidente».2
Por eso, obras como Las 101 cagadas del español, la Guía práctica del español correcto y El libro del español correcto censuran esta redundancia. Este último precisa: «Solo si se trata de un suceso fortuito puede hablarse de accidente; si no es fortuito, puede tratarse de un atentado, un acto premeditado». 3 O como dice el sociólogo español Amando de Miguel: «No hace falta decir un accidente fortuito, a no ser que se desee eliminar la sospecha de que fue provocado».4
Así y todo, la citada Fundación del Español Urgente (Fundéu) justifica su empleo con este argumento: «En el mundo legal y el de los seguros, accidente fortuito tiene un significado específico: es el accidente inevitable, aquel en el que las partes implicadas no tienen culpa ni, por lo tanto, responsabilidad».5
Cabe aclarar que la Academia ha usado esta combinación, por lo menos al definir la palabra víctima, pues su cuarto significado es este: «Persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito».
Conclusión: «La expresión accidente fortuito resulta redundante fuera del ámbito legal y de los seguros». 6
1 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 55.
2 Fundación del Español Urgente. Compendio ilustrado y azaroso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana. Barcelona: Debate, 2012. p. 121.
3 Instituto Cervantes. El libro del español correcto. Barcelona: Espasa, 2012. p. 404.
4 Amando de Miguel. Hablando pronto y mal. Barcelona: Espasa, 2013. p. 195.
5 Fundéu. Manual de español urgente. Barcelona: Debate, 2015. p. 130.
6 http://www.fundeu.es/recomendacion/accidente-fortuito-termino-del-ambito-de-los-seguros-633/
A día de hoy
Esta expresión y su variante al día de hoy son censuradas en el Diccionario panhispánico de dudas, por ser calcos del francés aujourd‘hui (‘hoy’), y se recomienda sustituirlas por las más tradicionales hoy por hoy, hasta hoy, hasta ahora, hasta este momento, hoy, en el día de hoy, hoy en día, ahora o en la actualidad, según los casos.1 También se desaconsejan en otras obras normativas como El nuevo dardo en la palabra (2004), de Fernando Lázaro Carreter; Hablar y escribir correctamente (2011), de Leonardo Gómez Torrego; El libro del español correcto (2012); y Las 500 dudas más frecuentes del español (2013), del Instituto Cervantes.
No obstante, como «los errores del pasado son la norma del presente», 2 la Nueva gramática de la lengua española reconoce las dos expresiones,3 y la actual edición del diccionario académico recoge la locución adverbial a día de hoy con este sentido: «En la fecha presente».4
De estas expresiones, el primer lexicógrafo de nuestro idioma afirmó:
a) Al día de hoyes muletilla de aparición reciente en España (alrededor de 1985), difundido [sic] luego también por América, y muy del gusto de los comunicadores, ocupando el espacio de hoy día o de en este momento. En la década siguiente apareció la variante a día de hoy, aún con más éxito; pero, al menos hasta ahora, no ha pasado el océano […].
b) La primera fórmula (al día de hoy) no es censurable en sí; la segunda (a día de hoy) lo es por su formación anómala. En todo caso, no es deseable el abuso de ninguna, solo motivado por la moda.5
Y prueba del éxito de la locución a día de hoy es que aparece en diferentes obras lingüísticas. He aquí unos botones de muestra:
1) «[…] en donde se facilitarían dichas correcciones y mejoras, aunque a día de hoy aún no se ha publicado nada» (Gonzalo Águila Escobar. Los diccionarios electrónicos del español. Madrid: Arco Libros, 2009. p. 31).
2) «A día de hoy la Academia no carece de medios financieros y cuenta, además, con un equipo de lexicógrafos del máximo nivel profesional» (Javier López Facal. La presunta autoridad de los diccionarios. Madrid. Catarata/csic, 2010. p. 89).
3) «[…] glosan y relacionan lo propuesto allí por Seco con la orientación comunicativa de la actual didáctica de la lengua; señalan su consiguiente valor a día de hoy […]» (Paz Battaner. «Y por algo había que empezar: la metodología didáctica de la lengua y la literatura en 1961» en Félix Rodríguez González (editor). Estudios de lingüística española. San Vicente del Raspeig: Universidad de Alicante, 2012. p. 538).
4) «A día de hoy, la aplicación correspondiente, en la que se ofrece no solo la edición vigesimosegunda […]» (Pedro Álvarez de Miranda. «Los diccionarios de la Academia» en La lengua y la palabra: trescientos años de la Real Academia Española. Madrid: Real Academia Española, 2013. p. 236).
5) «A día de hoy solo algunos descerebrados se declaran paladinamente racistas […]» (Pedro Álvarez de Miranda. Más que palabras. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2016. p. 188).
6) «Aunque resulta difícil aventurar si estos pretéritos van a ajustarse o no a los modelos regulares, a día de hoy parece que puede hablarse de tres tendencias» (Julio Borrego Nieto (director). Cocodrilos en el diccionario: hacia dónde camina el español. Barcelona: Instituto Cervantes/Espasa, 2016. p. 166).
Así y todo, es «mejor hoy, hoy en día, hoy por hoy, en la actualidad, según los casos».6
2 Julio Borrego Nieto (director). Cocodrilos en el diccionario: hacia dónde camina el español. Barcelona: Instituto Cervantes/Espasa, 2016. p. 16.
3 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 1731.
4 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 788.
5 Manuel Seco. Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa, 2011. p. 223.
6 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 380.
Al pendiente
Esta locución adverbial, que no aparece en la Nueva gramática de la lengua española ni en el Diccionario de la lengua española, figura en el Diccionario panhispánico de dudas1 y en el Diccionario esencial de la lengua española. En este último tiene la marca geográfica o diatópica de México y esta definición: «Con suma atención y cuidado con algo o con alguien. Estaba muy al pendiente de los niños».2
1 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 494.
2 Real Academia Española. Diccionario esencial de la lengua española. Madrid: Espasa, 2006. p. 1124.
Alud de nieve
Este sintagma es pleonástico porque el primer sentido de la voz alud, sinónima de avalancha, es «gran masa de nieve que se derrumba de los montes con violencia y estrépito»,1 razón por la que lo censura el Diccionario de usos y dudas del español actual. No obstante, por la frecuencia de su empleo, el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo, en el artículo alud, pone estos dos ejemplos: «El gigantesco alud de nieve sorprendió a un grupo de esquiadores; Un espectacular alud de nieve sepultó a los montañeros».2
Además, como el término alud tiene un segundo significado, «masa grande de una materia que se desprende por una vertiente, precipitándose por ella» y se utiliza también en sentido figurado, se hace necesario, en muchos casos, agregarle un complemento especificador: de tierra, de piedras, de barro, de ceniza, de críticas, de quejas, de protestas, de trabajo, etc.
1 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 121.
2 Ignacio Bosque (director). Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo. Madrid: sm, 2011. p. 76.
Ángstrom, gánster y tungsteno
El anglicismo gangster entró al Diccionario de la lengua española en 1992 con tilde por ser vocablo grave o llano que termina en consonante distinta de n o s. Sin embargo, en la siguiente edición de esta obra, vigésima segunda, de 2001, perdió la letra g: gánster, al igual que su derivado gansterismo. Y así figuran en la actual edición, vigésima tercera, de 2014. El plural de gánster es gánsteres.1
El motivo de esta adaptación gráfica obedece a que la secuencia etimológica -ngs- es «de difícil articulación en español».2 No obstante, en las palabras ángstrom y tungsteno no se ha hecho la simplificación del grupo triconsonántico por ser «voces técnicas pertenecientes a nomenclaturas de carácter internacional […], aunque, por su dificultad de articulación en posición final de sílaba, el grupo /ngs/ queda normalmente reducido en la pronunciación a /ns/».3
Cabe aclarar que el término tungsteno tiene los siguientes sinónimos: volframio (poco usado), wolframio o wólfram. Todos están registrados en el diccionario académico.
1 Cfr. Real Academia Española. Diccionario esencial de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 2006. p. 713; Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 397; Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 146.
2 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 308.
3 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 188.
Antojarse
Este verbo doblemente pronominal1 «se construye con un complemento indirecto obligatorio —expresado a través de los pronombres átonos de dativo me, te, le(s), nos, os—, que se refiere a la persona que experimenta el antojo» o «cuyo parecer se expresa».2 Ejemplos: «A veces se me antoja no ir al trabajo; Al niño se le antojó esa camiseta».3
Al respecto, el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica precisa:
antojarse. 1. Hacerse algo objeto de deseo: Se le antojó un bollo. □ No ⊗antojarse de: ⊗Se antojó de un coche nuevo. 2. Parecerle a alguien que algo es lo que se indica o como se indica: Se me antoja extraña esa respuesta; Se me antoja que no quiere venir. □ No ⊗antojarse de que…4
Así pues, «[n]o existe el verbo antojarse (de algo) sino antojársele (a uno algo)».5 Además, el Diccionario panhispánico de dudas advierte que «no debe emplearse sin el pronombre de dativo»,6 es decir, ⊗se antoja, ⊗se antojaba, ⊗se antojó, etc. Por eso, está mal empleado en los siguientes textos:
1) «El segundo se antoja un poco más complicado, porque consiste en conseguir todo lo anterior […]» (Luis Carlos Díaz Salgado. «Historia crítica y rosa de la Real Academia Española» en Silvia Senz y Montserrat Alberte (eds.). El dardo en la Academia: esencia y vigencia de las academias de la lengua española. Barcelona: Melusina, 2011. vol. I, p. 22).
2) «Ocurre, sin embargo, que otros masculinos epicenos referidos a persona están dejando de serlo, y el proceso se antoja imparable» (Pedro Álvarez de Miranda. El género y la lengua. Madrid: Turner, 2018. p. 49).
3) «Y aunque es cierto que la influencia normativa de estos instrumentos se antoja ahora menor si se compara con la que ejercen ciertos medios de comunicación en español […]» (David Fernández Vítores. «El idioma español crece y se multiplica» en José María Merino y Álex Grijelmo (eds.). Más de 555 millones podemos leer este libro sin traducción: la fuerza del español y cómo defenderla. Madrid: Taurus, 2019. p. 71).
1 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. pp. 252, 2666.
2 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 53.
3 Manuel Seco. Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Barcelona: Espasa, 2011. p. 70.
4 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 348.
5 Leonardo Gómez Torrego. Hablar y escribir correctamente: gramática normativa del español actual. 4.a ed. Madrid: Arco/Libros, 2011. t. II, p. 469.
6 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 53.
Arbitración, arbitramento o arbitramiento
Algunos abogados creen que estos vocablos no existen porque no aparecen ni en el Diccionario de la lengua española (2014), ni en el Diccionario del español jurídico (2016), ni en el Diccionario panhispánico del español jurídico (2017).
Al respecto, debemos precisar que arbitramento consta ya en el primer lexicón de la Real Academia Española, conocido con el título genérico de Diccionario de autoridades, publicado entre 1726 y 1739 en seis volúmenes. Y a partir de 1780, cuando salió a la luz el Diccionario de la lengua castellana en un solo tomo, quedaron registrados arbitramento y arbitramiento como vocablos sinónimos hasta 1992, año en que se dio al público la vigésima primera edición de esta obra que, por cierto, desde 1925 pasó a denominarse Diccionario de la lengua española.
Por otro lado, el sustantivo arbitración entró al primer y único tomo (letras A-B) de la segunda edición del Diccionario de autoridades, puesta en circulación en 1770.
Así pues, desde la pasada edición del diccionario académico (22.a, de 2001) fueron suprimidos estos términos sinónimos, así como de la actual edición del Diccionario de uso del español, de María Moliner, porque en las tres anteriores ediciones de este (1966-1967, 1998 y 2007) también estaban registrados los tres.
Otras importantes obras donde también pueden hallarse estas tres voces son la Enciclopedia del idioma (1958) y el Diccionario del español moderno (1968), de Martín Alonso; el Diccionario general de la lengua española Vox (1997) y el Gran diccionario de uso del español actual (2001). En este último, aparecen así:
arbitración. 1. Acción o resultado de arbitrar. 2. Der. Arbitramento.
arbitramento. 1. Der. Acción o resultado de emitir un dictamen o sentencia, o de mediar en un conflicto o disputa, etc. 2. Decisión o sentencia de un juez o de un árbitro y, por ext., de cualquier persona con cierta autoridad, esp cuando sirve para mediar en un conflicto o disputa.
arbitramiento. Arbitramento.
Conclusión: Aunque las palabras arbitración, arbitramento y arbitramiento son válidas y pueden emplearse como sinónimas, en la lengua actual se usa y se prefiere el término arbitraje.
Atarván o atarbán
Este término, que aún no consta en el diccionario académico, tiene dos grafías asentadas. La primera es la más conocida y la única que consta en Apuntaciones idiomáticas y correcciones de lenguaje (1955), de Roberto Restrepo; en Colombianismos (1962), de Julio Tobón Betancourt; en el Lexicón de colombianismos (1983), de Mario Alario di Filippo; en el Nuevo diccionario de colombianismos (1993), del Instituto Caro y Cuervo; en el Diccionario de americanismos (2010), de la Asociación de Academias de la Lengua Española; en el Diccionario de coloquialismos y términos dialectales del español (2011), de Roxana Fitch; y en el Breve diccionario de colombianismos (2012), de la Academia Colombiana de la Lengua.
La segunda grafía aparece en el Diccionario de voces y dichos del habla santandereana (1958), de Jorge Sánchez Camacho; en el Diccionario de bogotanismos (1983), de Luis Alberto Acuña;y en el Diccionario de uso del español de América y España (2002). Este último, con la marca geográfica o diatópica de Colombia, registra también la forma femenina atarbana.
Por otra parte, el Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, incluye las dos grafías, atarbán, na y atarván, na, y las define así: «Persona grosera, agresiva y de modales toscos». 1
Por último, en cuanto a su origen, el académico Roberto Restrepo apuntó: «En inglés existe la voz atharvan, tomada de igual voz sánscrita, que significa cierto sacerdote entre los antiguos iranios. Me decía Luis López de Mesa, al discutir sobre la etimología de esta palabra, que posiblemente tenía este origen. No soy de esta opinión. Nuestra palabra es terriblemente despectiva, y de uso popular, lo que parece en contradicción con aquel origen, por demás erudito».2
Bareto o vareto
Esta palabra, que se usa normalmente con el significado de «cigarrillo de marihuana»,1 admite varias formas de escritura: bareto, bareta, vareto y vareta. De estas, la única que consta en el Diccionario de la lengua española es bareta, como sinónimo de marihuana. Las demás aparecen en diccionarios de colombianismos y en el Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Como voces alternativas de bareto, se usan los voquibles cacho, porro, coso y barillo (o varillo). El primero y el segundo figuran en el diccionario académico; el tercero, registrado en lexicones de colombianismos, está restringido a departamentos como Cundinamarca y Nariño;2 el cuarto se encuentra en el mencionado Diccionario de americanismos y en el Diccionario de parlache. En este último se halla también la locución quemar varilla, que significa «fumar un cigarrillo de marihuana».3
Por otro lado, para referirse a la persona que fuma marihuana, la grafía usual es baretero(a). Es esta la única registrada en las susodichas obras de regionalismos y en el Diccionario de coloquialismos y términos dialectales del español, de Roxana Fitch.
1 Academia Colombiana de la Lengua. Breve diccionario de colombianismos. 4.ª ed. Bogotá: Grafiweb, 2012. p. 23.
2 Cfr. Instituto Caro y Cuervo. Nuevo diccionario de colombianismos. Bogotá: Imprenta Patriótica, 1993. p. 110.
3 Luz Stella Castañeda Naranjo y José Ignacio Henao Salazar. Diccionario de parlache. Medellín: La Carreta, 2006. p. 213.
Basuco o bazuco
Para nombrar este tipo de droga, derivada de la cocaína, las dos grafías están autorizadas. Ambas figuran en el Diccionario de la lengua española desde el 2001, cuando salió a luz la vigésima segunda edición, y en la Ortografía de la lengua española, publicada a finales del 2010.
Además, con el sentido de «cigarrillo preparado con base de cocaína, marihuana y otras sustancias»,1 existe también la alografía bazuca, registrada en el diccionario académico y en el Diccionario de americanismos. La variante sinónima basucaaparece en el Nuevo diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, publicado en 1993.
Adicionalmente, para nombrar a la persona adicta al bazuco (o basuco) hay dos formas válidas: bazuquero y basuquero. La primera es la única que consta en el DLE. No obstante, ambas pueden verse en lexicones de colombianismos y en el Diccionario de hispanoamericanismos, coordinado por Renaud Richard.
Por último, existe el verbo basuquear o bazuquear, esto es, «fumar cigarrillo de basuco». 2
1 Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de americanismos. Lima: Santillana, 2010. p. 228.
2 Academia Colombiana de la Lengua. Breve diccionario de colombianismos. 4.ª ed. Bogotá: Grafiweb, 2012. p. 23.
Beige, beis o beich
Para nombrar el color castaño claro, el Diccionario de la lengua española registra dos vocablos: el galicismo beige (en cursiva) y la hispanización beis. Esta última es la forma preferida y su plural es invariable: blusas beis.1
Adicionalmente, existe la alografía beich, usada en países como Colombia, El Salvador, Perú y Venezuela; por eso, está registrada en el Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española, publicado en el 2010, y en el Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, salido a luz en el 2018.
1 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 90; Nueva gramática de la lengua española. Madrid. Espasa, 2009. p. 151; El buen uso del español. Barcelona: Espasa, 2013. p. 162; Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 357.
Boliches, bolos, topos o viñetas
«[…] en lo que se habla y se escribe, por desconocimiento de lo propio se mendiga tanto a lenguas extrañas, que se hace aparecer la nuestra como una zarrapastrosa nutrida sólo por lo que otras le dan»,1 sostenía el académico colombiano Roberto Restrepo a mediados del siglo pasado.
Estas palabras, hoy más que nunca, cobran vigencia, pues son muchos los extranjerismos innecesarios que los hispanohablantes utilizan. Un botón de muestra es bullet, anglicismo que desplaza a las voces boliche, bolo, topo o viñeta, de amplio uso y de larga tradición en la tipografía española. Los tres primeros vocablos designan las «figuras geométricas de pequeño tamaño que se emplean a menudo, en lugar de rayas, letras o números, para introducir los elementos de una enumeración en forma de lista y facilitar la identificación visual de los niveles de información del texto».2
Por su parte, el nombre viñeta «comprende adornos complejos, con escenas, flores, etcétera, o bien simples figuras geométricas que se utilizan para destacar el comienzo de un párrafo especial, como los apartados o subapartados, o bien para separar acepciones en un artículo de diccionario».3
Por otro lado, el anglicismo bullet dio origen al término balazo, que se usa para nombrar el «bolo redondo y centrado ()».4
Para terminar, tengamos siempre en cuenta lo dicho por el escritor español Javier Marías: «[…] es ridículo recurrir a palabras extranjeras cuando ya tienen un equivalente exacto en español, sobre todo si con aquéllas tampoco se gana en facilidad ni comodidad».5
1 Roberto Restrepo. Apuntaciones idiomáticas y correcciones de lenguaje. 2.ª ed. Bogotá: Imprenta Nacional, 1955. p. 9.
2 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 401.
3 José Martínez de Sousa. Ortografía y ortotipografía del español actual. 3.ª ed. Gijón: Trea, 2014. p. 408.
4 Jorge de Buen Unna. Diccionario de caracteres tipográficos. Gijón: Trea, 2017. p. 53.
5 Javier Marías. Lección pasada de moda. Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2012. p. 91.
Carnet, carnetización y carnetizar
Aunque estos tres vocablos fueron rechazados en el Diccionario panhispánico de dudas (2005), ingresaron en la actual edición del Diccionario de la lengua española (2014), pues son de amplio uso en América. Asimismo, figuran en la actual edición del Diccionario de uso del español, de María Moliner (4.a, 2016), y en el Diccionario de americanismos (2010), de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Este último registra también el adjetivo carnetizado, a,definido así: «Referido a persona, que ha recibido un documento acreditativo como miembro de una institución u organismo».
Por otra parte, hay que aclarar que el plural de la voz carnet es carnets y que la castellanización carné, cuyo plural es carnés, consta en el diccionario académico desde 1970.
Circunvalación y circunvalar
El primer término tiene tres sentidos; uno de ellos es «vía de tránsito rodado que circunda un núcleo urbano al que se puede acceder por diferentes entradas».1 Ejemplos: «Se ha producido una colisión en la circunvalación de la capital»
El segundo vocablo es un verbo que significa «cercar, ceñir o rodear una ciudad, una fortaleza, etc.». 4 Ejemplos: «Una muralla circunvala el casco antiguo de la ciudad. La Tierra tarda un año en circunvalar el Sol».5
Por eso, construcciones como *la circunvalar o *la avenida circunvalar son disparatadas. La primera, porque ningún verbo admite la anteposición del artículo femenino; la segunda, porque un verbo no puede desempeñar la función de adjetivo.
A este respecto, debe recordarse que el 22 de junio de 1983 don Horacio Bejarano Díaz, en aquel tiempo secretario de la Academia Colombiana de la Lengua, con el respaldo de la Comisión de Vocabulario Técnico, le envió una carta a don Augusto Ramírez Ocampo, a la sazón alcalde mayor de Bogotá, en la que le advertía de este error que empezaba a propagarse en el Distrito y en los medios de comunicación. El burgomaestre respondió a la misiva, agradeció la observación y sostuvo lo siguiente: «[…] le manifiesto que he tomado atenta nota y además, les he dado trámite a las diferentes dependencias distritales para que se proceda de conformidad».6
Todo parece indicar que no fueron suficientes las decisiones adoptadas y que si se tomaron algunas medidas, nunca se hizo el vestido porque el error se difundió como mancha de aceite y al poco tiempo estaba más extendido que verdolaga en playa. Es más, muchos bogotanos creen erróneamente que *la circunvalar o *la avenida circunvalar es el nombre propio de la avenida de los cerros.7
Conclusión: Las formas correctas son la circunvalación o la avenida de circunvalación. Como este último sintagma, existen otros: autopista de circunvalación, autovía de circunvalación, carretera de circunvalación, cinturón de circunvalación, línea de circunvalación, tranvía de circunvalación y vía de circunvalación.
1 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.a ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 543.
2 Real Academia Española. Diccionario del estudiante. 2.a ed. Barcelona: Santillana, 2011. p. 327.
3 Universidad de Alcalá de Henares. Diccionario para la enseñanza de la lengua española. Barcelona: Biblograf, 1995. p. 252.
4 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.a ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 543.
5 Real Academia Española. Diccionario del estudiante. 2.a ed. Barcelona: Santillana, 2011. p. 327.
6 Academia Colombiana de la Lengua. Boletín de la Academia Colombiana (tomo xxxiii, nro. 142, p. 298). Bogotá: Kelly, 1983.
7 Cfr. Academia Colombiana de la Lengua. Boletín de la Academia Colombiana (tomo xxxv, nro. 149, p. 212). Bogotá: Kelly, 1985.
Clienta, comedianta, dependienta, figuranta, gerenta, intendenta, negocianta, presidenta, regenta y tenienta
Los sustantivos terminados en -nte son, por tradición, comunes en cuanto al género. Ejemplos: el/la adolescente, el/la agente, el/la aspirante, el/la ayudante, el/la cantante, el/la cuentahabiente, el/la dibujante, el/la dirigente, el/la discente, el/la docente, el/la escribiente, el/la estudiante, el/la indigente, el/la insurgente, el/la paciente, el/la tarjetahabiente, etc.
No obstante,en algunos de ellos se ha abierto paso una forma femenina, pues «a veces el camino que toma la evolución de un fenómeno lingüístico es impredecible».1 Ese es el caso de las voces que encabezan este artículo, registradas en el diccionario académico en diferentes épocas y con mayor o menor grado de aceptación según los países.
Así y todo, en la norma académica actual sigue siendo válido su empleo como nombres comunes en cuanto al género: el/la cliente, el/la comediante, el/la dependiente, el/la figurante, el/la gerente, el/la intendente, el/la negociante, el/la presidente, el/la regente y el/la teniente.
Como por ejemplo
Esta construcción, ampliamente extendida, fue censurada en una época por algunos estudiosos del idioma, 1 entre ellos el hermano Benildo Matías. Este gramático insigne la incluía entre «los pleonasmos culpables»; por eso afirmaba: «Como, por ejemplo. Basta usar una de las dos expresiones, pues son sinónimas».2
Razón no le faltaba a este ilustre maestro, desaparecido prematuramente,3 pues el adverbio como «precede a los ejemplos con que se completa una expresión: ‘Las grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Algunos idiomas extranjeros, como el inglés y el alemán’».4 Y la locución adverbial por ejemplo «se usa cuando se menciona un ejemplo». 5 De ahí que el diccionario académico dé como equivalentes el adverbio como y la locución adverbial por ejemplo.6
Sin embargo, como los usos se imponen, el pleonasmo triunfó y se encuentra en las obras académicas. Veamos algunos botones de muestra y con puntuación variada:
● «Se escriben con letra inicial mayúscula todos los nombres propios y también los comunes que, en un contexto dado o en virtud de determinados fenómenos (como, por ejemplo, la antonomasia) […]» (Diccionario panhispánico de dudas, p. 423).
● «[…] de la clase de las preposiciones a la clase de las conjunciones, como por ejemplo en las preposiciones temporales del inglés after y before» (Nueva gramática de la lengua española, p. 2400).
● «[…] puede recibir respuestas diversas dependiendo de cuál sea el foco de la pregunta, como por ejemplo, No, a su ayudante […]» (Nueva gramática de la lengua española. Manual, p. 805).
● «En la cadena hablada aparecen con frecuencia vocales adyacentes en el interior de una palabra o en las fronteras entre palabras, como, por ejemplo, en las voces coordinar, miedo, país, Paraguay […]» (Nueva gramática de la lengua española. Fonética y fonología, p. 332).
● «[…] no así en usos genéricos como, por ejemplo, república mexicana, ya que la denominación oficial de México no es esa, sino Estados Unidos Mexicanos» (Ortografía de la lengua española, p. 485).
1 Cfr. Luis Flórez. Temas de castellano. 2.ª ed. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1967. p. 191.
2 Benildo Matías. El castellano literario. 6.ª ed. Bogotá: Argra, 1953. p. 386.
3 Falleció a la edad de 38 años.
4 María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 625.
5 Real Academia Española. Diccionario del estudiante. 2.ª ed. Barcelona: Santillana, 2011. p. 532.
6 Cfr. Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.a ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 582.
Comparendo
Este sustantivo masculino, ampliamente utilizado en nuestro país, no figura en el Diccionario de la lengua española ni en el Diccionario de americanismos, de la Asale. Sin embargo, doña María Moliner sí lo incluyó en su DUE (1966-1967) y lo definió así: «(Del lat. «comparendus», el que debe comparecer. *Lenguaje de tribunales.) Comunicación en que se ordena comparecer a alguien». Esta definición inalterada aparece en la cuarta edición de la obra (2016). Otros lexicones que también registran esta voz son la Enciclopedia del idioma (1958), el Diccionario del español moderno (1968), el Diccionario general de la lengua española Vox (1997), el Diccionario actual de la lengua española (1998), el Gran diccionario de la lengua española Vox (1998)yel Gran diccionario de uso del español actual (2001).
Completación o completamiento
Estos dos sustantivos sinónimos entraron a la actual edición del Diccionario de la lengua española con el significado de «acción y efecto de completar».1 Al respecto, cabe aclarar que ya existía un voquible para indicar lo mismo: compleción. Este entró al suplemento del mencionado lexicón en 1970 con estos dos sentidos:
1. Acción y efecto de completar.
2. Calidad y condición de completo
Sin embargo, doña María Moliner, al publicar cuatro años antes el primer tomo de su celebérrimo Diccionario de uso del español (1966),sostuvo: «No existe en español el nombre correspondiente a «completar» para designar la acción de completar […]». Curiosamente, a pesar de que esta obra ha sido actualizada y remozada en tres ocasiones y en su segunda edición (1998) se incluyó el vocablo compleción, el citado aserto permanece en la cuarta y actual edición (2016).
Por otra parte, en la vigesimotercera edición del diccionario académico continúan las dos acepciones de compleción, pero desde 1992 se les antepuso la marca cronológica o diacrónica de poco usado (p. us.). Esto quiere decir que «la palabra o acepción aparece ya muy raramente después de 1900».2
Por último, con el sentido de ʽcualidad o condición de completoʼ existen tres términos más: completez, completitud y completud. Todos constan en el DLE desde su vigesimosegunda edición (2001).
1 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 587.
2 Ib., p. xlv.
Compulsar
Los abogados de nuestro país usan este verbo con el sentido de ‘enviar’, ‘mandar’, ‘remitir’ o ‘hacer llegar’, pero incurren en una impropiedad porque el único sentido de esta palabra es «cotejar una copia con el documento original para determinar su exactitud», como puede verse en el Diccionario de la lengua española.
Por otra parte, tanto el Diccionario del español jurídico como el Diccionario panhispánico del español jurídico le asignan estos dos significados:
1. Examinar dos o más documentos, cotejándolos y comparándolos entre sí.
2. Copiar, trasladar una escritura, un instrumento o un auto, una vez verificado judicialmente o cotejado con su original.
En esta segunda acepción, hay que precisar lo siguiente: trasladar no debe entenderse aquí como «llevar de un lugar a otro», sino como «copiar o reproducir un escrito», que es el quinto y último sentido de este verbo, según el citado diccionario académico.
Por otro lado, compulsar copia «es frase redundante, pues el verbo compulsar por sí solo significa sacar compulsa, copia o traslado de una escritura, instrumento o auto, sacado judicialmente y cotejado con su original. Así, en vez de “compulsar copia de la escritura n.o 10″, se dirá “compulsar la escritura n.o 10″».1
Por último, tengamos en cuenta que el término compulsar proviene del latín compulsare, que significa «empujar fuertemente, arrojar contra».2
***
«[…] a diferencia de un escritor de ficción, el jurista no trabaja con personajes, sino que lo hace con personas, estando obligado a huir de imprecisiones, sobreentendidos o ambigüedades» (Carlos Lesmes Serrano, en el prólogo del Libro de estilo de la Justicia).
1 Roberto Restrepo. Apuntaciones idiomáticas y correcciones de lenguaje. 2.a ed. Bogotá: Imprenta Nacional, 1955. p. 264.
2 Agustín Blánquez Fraile. Diccionario latino-español. 4.a ed. Barcelona: Ramón Sopena, 1961. p. 420.
Con la esperanza de
A esta expresión correcta se le cambia a veces la primera partícula: ⊗en la esperanza de. Esta variante es rechazada en la Nueva gramática de la lengua española: «[…] se considera incorrecto tirarse en el suelo por tirarse al suelo; en la esperanza de por con la esperanza de, así como ayudar en por ayudar a (Me ayudó en llevarlo por Me ayudó a llevarlo)».1
Así pues, se equivocó la profesora española Lola Pons Rodríguez cuando escribió: «[…] esta figura es también la representación del anhelo de quien encamina una oración en la esperanza de ser oído y la agradece materialmente […]».2
Década de los años
Esta secuencia es redundante porque «la idea de años ya está implícita en década».1 Sin embargo, aparece en buenas obras. Veamos:
1. En un ejemplo del Diccionario Planeta de la lengua española usual, dirigido por Francisco Marsá: «En la década de los años veinte el charlestón hacía furor» (artículo década).
2. En un ejemplo del Diccionario estudio Salamanca: «En España, a partir de la década de los años cincuenta, se desarrolló un arte abstracto muy interesante» (artículo década).
3. En un libro del académico y lexicógrafo español Pedro Álvarez de Miranda: «[…] no es posible documentarlo en textos antes de la década de los años cuarenta del siglo xix» (Más que palabras, p. 72).
Conclusión: Debió escribirse la década de los veinte (o los años veinte), la década de los cincuenta (o los años cincuenta) y la década de los cuarenta (o los años cuarenta), respectivamente.2
1 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008.p. 246.
2 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 695.
Diccionaresco, diccionaril y diccionarístico
Ninguno de estos adjetivos aparece en el diccionario académiconi se documenta en los bancos de datos de la Real Academia Española.No obstante, los tres son válidos. Veamos:
1. Diccionaresco, caconsta en el Diccionario del español actual, desde su primera edición, definido así: «De(l) diccionario». 1
2. Diccionarilfigura en el Diccionario de bibliología y ciencias afines con la marca diaestilística de familiar y con este significado: «De los diccionarios o relacionado con ellos».2
Además, se registra en algunas obras lingüísticas. He aquí tres botones de muestra:
a) «[…] establecer los conceptos de letrado e iletrado en una forma menos abstracta o diccionaril de lo que suele hacerse […]» (José Polo. Ortografía y ciencia del lenguaje. Madrid: Paraninfo, 1974. p. 105).
b) «Entonces el testimonio diccionaril puede resultar decisivo y ser más que bienvenido» (Pedro Álvarez de Miranda. Más que palabras. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2016. p. 71).
c) «[…] el ritmo de los diccionarios para aceptar palabras es muy inferior a la velocidad del idioma y esto hace que no sean pocas las palabras que viven al margen de la ley diccionaril» (Elena Álvarez Mellado. Anatomía de la lengua: historias, curiosidades y porqués del idioma. Barcelona: Vox, 2016. p. 37).
3. Diccionarístico, caha sido empleado por algunos lexicógrafos. He aquí unos casos:
a) «Algunas de ellas, de uso general, como azúcar, caña dulce, ingenio de azúcar o trapiche, se encontraban en la tradición diccionarística monolingüe […]» (Cristóbal Corrales Zumbado y Dolores Corbella Díaz. «La terminología azucarera en el drae» en Félix Rodríguez González (ed.). Estudios de lingüística española: homenaje a Manuel Seco. San Vicente del Raspeig: Universidad de Alicante, 2012. p. 156).
b) «Es en el último tercio de este siglo cuando se asientan los firmes precedentes de los diccionarios de dudas, constituidos ya en género diccionarístico a lo largo de todo el siglo xix» (Ignacio Ahumada. «Ideología y corrección lingüística: los precedentes peninsulares de los diccionarios de dudas» en Félix Rodríguez González (ed.). Estudios de lingüística española: homenaje a Manuel Seco. San Vicente del Raspeig: Universidad de Alicante, 2012. p. 55).
c) «Ha sido a partir del resto de su obra conservada, cuando se ha podido trazar su labor diccionarística» (ib., p. 61).
d) Este mismo lingüista y lexicógrafo emplea el vocablo como sustantivo femenino, entendido ya como disciplina: «El abogado valenciano Carlos Ros —al decir de los historiadores de la lexicografía catalana— está considerado como la figura más representativa de la diccionarística de esta lengua en el siglo xviii» (ib., p. 58).
e) Así también lo hace el filólogo español Gonzalo Águila Escobar: «[…] la lexicografía ya no tiene como objetivo inmediato la elaboración de diccionarios —esa actividad le pertenece a la diccionarística—, sino la de una base de datos relacional […]» (Los diccionarios electrónicos del español. Madrid: Arco/Libros, 2009. p. 14).
f) La profesora Dolores Azorín Fernández lo emplea con ambas categorías gramaticales: «Por otro lado, el nivel diccionarístico se ocuparía, en exclusiva, de todo lo que concierne al diccionario. La diccionarística, según Quemada […], constituye un dominio complejo y bien delimitado: el del diccionario y todo lo relacionado con él» («La lexicografía como disciplina lingüística» en Antonia María Medina Guerra (coord.). Lexicografía española. Barcelona: Ariel, 2003. p. 42).
g) Igualmente lo hace la profesora española Susana Rodríguez Barcia:
«Cabe señalar que bajo toda la producción diccionarística subyacen las decisiones editoriales fundamentadas esencialmente en las tendencias del mercado […]» (Introducción a la lexicografía. Madrid: Síntesis, 2016. p. 96).
«[…] la lexicografía no se entiende en la actualidad de forma independiente a las bases de datos, aunque la diccionarística constituya una etapa posterior en algunos casos que puede llegar o no» (ibid., p. 140).
Al respecto, aclaro que como sustantivo femenino (la diccionarística), en el corpes xxi (Corpus del Español del Siglo XXI) se documentan dos casos; ambos textos tienen por autor al lingüista y académico español Guillermo Rojo Sánchez.
Ejemplo práctico
Los autores de Dilo bien y dilo claro censuran este sintagma por redundante, pues «si no es práctico, no es un ejemplo».1 No obstante, aparece en el Libro de estilo de la Justicia. 2
Asimismo, se usa la secuencia ejemplo paradigmático, que aparece en Redes. Diccionario combinatorio del español contemporáneo (2004) y en el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo (2011). Sin embargo, esta constituye un «pleonasmo por ejemplo, ya que paradigma significa ‘ejemplo o ejemplar’»3 y por eso es rechazada en el Compendio ilustrado y azaroso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana, de la Fundación del Español Urgente (Fundéu).
2 Cfr. Real Academia Española y Consejo General del Poder Judicial. Libro de estilo de la Justicia. Barcelona: Espasa, 2017. p. 36.
3 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.a ed. Gijón: Trea, 2008. p. 281.
Emoticón y emoticono
Estos dos vocablos entraron a la pasada edición del Diccionario de la lengua española (2001) como sinónimos, y el preferido era emoticono; pero en la edición actual (2014) solo figura este último. El motivo de la exclusión de aquel es que «la voz española que equivale al inglés icon es icono, no *icón».1
A este respecto, recordemos que «el término combina las ideas de icono y emoción, y constituye una castellanización del inglés emoticon (< emotion + icon), cuya -t- se ha preservado por razones de sonoridad y eufonía».2
Así y todo, el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica valida las dos palabras: emoticono, con su plural emoticonos, y emoticón (usual en América), con su plural emoticones.3 Además, en su segunda acepción, la voz emoticón o emoticono es sinónima de emoji (plural: emojis).Esta última es definida así: «Pequeña imagen o icono digital que se usa en las comunicaciones electrónicas para representar una emoción, un objeto, una idea, etc.».4
1 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 253.
2 Félix Rodríguez González. Gran diccionario de anglicismos. Madrid: Arco Libros, 2017. p. 337.
3 Cfr. Fundación del Español Urgente. Segundo compendio ilustrado y deleitoso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana. Barcelona: Debate, 2016. p. 15.
4 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma pamhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 385.
En vías de desarrollo
La locución en vías de1 significa «en curso, en trámite o en camino de. Está en vías de solución».2 No obstante, según la Fundación del Español Urgente, «en expresiones como en vías de desarrollo es redundante y basta con decir en desarrollo».3 Así y todo, el sintagma países en vías de desarrollo no solo está asentado en el uso «para aplicarlo a los países que son simplemente pobres o atrasados»,4 sino que la ortografía académica lo incluye al tratar la mayúscula en las áreas geopolíticas: «[…] se trate de expresiones genéricas en plural o de expresiones singulares con valor colectivo: los países desarrollados, los países en vías de desarrollo, los países productores de petróleo, el primer mundo, el tercer mundo, la zona euro».5
2 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 2236.
3 Fundéu. Manual de español urgente. Bogotá: Debate, 2015. p. 168.
4 Francisco Marcos-Marín y Amando de Miguel. Se habla español. Madrid: Biblioteca Nueva/Fundación Rafael del Pino, 2009. p. 236.
5 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 476.
¿Erre o ere?
La denominación erre aparece ya en el Diccionario de autoridades, primer lexicón de la Academia Española, publicado entre 1726 y 1739 en seis volúmenes, mientras que el nombre ere entró al lexicón académico en 1884. Ambos sustantivos continúan en la actual edición de esta obra (2014).
Así y todo, la ortografía académicaadvierte: «La doble denominación de la r en función de su valor fonológico constituye, en realidad, una anomalía, ya que ninguna de las otras letras que representan también varios fonemas recibe por ello más de un nombre. En consecuencia, y para evitar las confusiones a que puede dar lugar la doble denominación, se recomienda desechar definitivamente el nombre ere para esta letra, que pasa a partir de ahora a llamarse únicamente erre. En perfecta coherencia con el nombre erre para la r, el dígrafo rr se denomina erre doble o doble erre».1
Asimismo, el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica desaconseja «el nombre ere para la r».2
1 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. pp. 71-72.
2 Cfr. Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 85.
Error involuntario
Tanto la Guía práctica del español correcto como El libro del español correcto, obras del Instituto Cervantes, censuran este sintagma por pleonástico. La primera dice: «El error, por naturaleza ha de ser involuntario. Si no es así, no es un error, sino un acto malintencionado o una falta o descuido premeditados».1 La segunda advierte casi lo mismo: «Si no es involuntario, no es un error, sino un acto malintencionado o una falta o descuido voluntarios».2
Así y todo, esta redundancia es muy frecuente y por eso figura en Redes. Diccionario combinatorio del español contemporáneo y en el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo. Tampoco parece incomodarle a la Academia, pues la usa para definir la expresión lapsus linguae en el Diccionario de la lengua española, en el Diccionario esencial de la lengua española, en la Ortografía de la lengua española,3 en el Libro de estilo de la Justicia, en el Diccionario panhispánico de dudas y en el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. En estas dos últimas obras consta también en la definición de lapsus calami.
1 Florentino Paredes García. Guía práctica del español correcto. Madrid: Instituto Cervantes/Espasa, 2009. p. 184.
2 Florentino Paredes García et al. El libro del español correcto. Barcelona: Instituto Cervantes/Espasa, 2012. p. 411.
3 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 612.
Funcionario público
Esta combinación, aunque muy usada, es redundante. Por eso, el maestro José Martínez de Sousa la censura: «Pleonasmo por funcionario, ya que esta palabra se define como ‘persona que desempeña un empleo público’».1 Asimismo, es reprobada en obras del Instituto Cervantes como Las 500 dudas más frecuentes del español, la Guía práctica del español correcto y El libro del español correcto porque no hay funcionarios privados.
Así y todo, la pieza léxica funcionario público consta en el Diccionario de uso del español, de María Moliner (desde su segunda edición, editada en 1998), en el Diccionario del español jurídico (2016) y en el Diccionario panhispánico del español jurídico (2017). En estos últimos aparece definido así: «Funcionario que por disposición inmediata de la ley o por elección o por nombramiento de autoridad competente participa en el ejercicio de funciones públicas».2
A este respecto, el lexicógrafo argentino Manuel Rafael Aragó aclara: «Como en la Argentina significa ‘empleado de cierta categoría o importancia, particularmente —pero no exclusivamente— el estatal’ (acepción aceptada por la rae), no es redundante decir funcionario público».3
Por último, aclaro que la Academia incluye esta redundancia al definir las siguientes expresiones: asistencia, asistente, billetear, cohechador, cohechar, concusión, cúmplase, excedencia, excedente, hoja de servicios, minuta rubricada, notario, oficial mayor, permuta, permutar, secreto de Estado, tortura y trinquete.
1 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 341.
2 Santiago Muñoz Machado (director). Diccionario del español jurídico. Barcelona: Espasa, 2016. p. 857.
3 Manuel Rafael Aragó. Nuevo diccionario de dudas y problemas del idioma español. 3.ª ed. Barcelona: Losada, 2009. p. 550.
Gerundio preposicional
Así llaman la Gramática descriptiva de la lengua española y la Nueva gramática de la lengua española al gerundio «introducido por la preposición en (en saliendo)».1 Este uso, «que posee un carácter arcaico y popular»,2 solo se les oye, en nuestro país, a los abogados en la construcción en tratándose.
Por otro lado, es preciso aclarar que esta denominación había sido usada por gramáticos como Emilio Martínez Amador para nombrar el empleo del gerundio con valor de preposición: «[…] en ciertas frases que cita Cuervo y que son de uso corriente: «la casa queda pasando el río», «la tienda está bajando la plaza», que equivalen, respectivamente, a «según se pasa el río» o «según se baja la plaza»».3 A estos últimos se refirió María Moliner en el «uso locativo del gerundio»,4 y la gramática académica los denomina gerundios de ubicación o de orientación locativa.5
1 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 2063.
2 Marina Fernández Lagunilla. «Las construcciones de gerundio» en Ignacio Bosque y Violeta Demonte (directores). Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 1999. vol. 2, p. 3470.
3 Emilio M. Martínez Amador. Diccionario gramatical y de dudas del idioma. Barcelona: Ramón Sopena, 1953. p. 687.
4 Cfr. María Moliner. Diccionario de uso del español. Madrid: Gredos, 1981. t. I, p. 1395.
5 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, op. cit., p. 2052.
Guglear
Este verbo que la tecnología nos ha impuesto, y que tarde o temprano llegará al Diccionario, aparece con la grafía googlear en Neologismos del español actual y en el Diccionario de uso del español, de María Moliner. En ambas obras, la definición es la misma: «Navegar por Internet utilizando el buscador Google».1
Por otro lado, el Gran diccionario de anglicismos registra dos grafías: googlear y guglear. Su definición es esta: «Buscar información en internet mediante el motor de búsqueda Google».2 En este mismo lexicón figura googlero como «persona que utiliza Google con frecuencia».3
Puestos a escoger, debemos utilizar la forma castellanizada guglear, aunque una buena alternativa es «consultar en Google», como aclara la Fundéu.4 Dicha adaptación gráfica aparece en algunas obras. Veamos:
1) «¿Qué es lo que hacemos hoy en día cuando queremos saber quién es alguien? Gugleamos su nombre» (José Antonio Millán. Manual de urbanidad y buenas maneras en la Red. Santa Cruz de Tenerife: Melusina, 2008. p. 23).
2) «Una verdadera revolución del conocimiento colectivo ha sido otra marca que es ya un genérico: “google”. No está lejos el día en que digamos tranquilamente “guglear” (= buscar un dato o información en el buscador Google)» (Amando de Miguel. La magia de las palabras. Madrid: Infova, 2009. p. 189).
3) «No está lejos el día en que digamos tranquilamente guglear o internetear en castellano» (Amando de Miguel. Hablando pronto y mal. Barcelona: Espasa, 2013. p. 136).
Adicionalmente, tengamos en cuenta que el nombre Google «proviene de googol, voz creada en 1938 por el matemático Edward Kasner para denominar el número 10 elevado a la décima potencia: un 1 seguido de 10 ceros».5
Por último, «la empresa Google confirma que su nombre se inspira en la palabra inventada hace casi ocho décadas y precisa que este neologismo ‘refleja la misión de la compañía de organizar la inmensa cantidad de información disponible en la web y en el mundo’».6
1 María Moliner. Neologismos del español actual. Madrid: Gredos, 2013. p. 130; Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid. Gredos, 2016. p. 1273.
2 Félix Rodríguez González. Gran diccionario de anglicismos. Madrid: Arco/Libros, 2017.p. 471.
3 Ib., p. 471.
4 Cfr. <http://www.fundeu.es/consulta/guglear-1670/>.
5 Héctor Zimmerman. Mil historias más de frases y palabras que decimos a cada rato. Buenos Aires: Aguilar, 2005. p. 111.
6 Ricardo Soca. El origen de las palabras: diccionario etimológico ilustrado. Bogotá: Rey Naranjo, 2016. p. 249.
Hacker y hackear
El anglicismo hacker entró a la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española (2014) en letra cursiva por ser un xenismo, extranjerismo crudo o no adaptado y como sinónimo de pirata informático. Sin embargo, en la primera actualización que tuvo esta obra, en diciembre de 2017, se le añadió una segunda acepción: «Persona experta en el manejo de computadoras, que se ocupa de la seguridad de los sistemas y de desarrollar técnicas de mejora».
También se incluyó el verbo hackear (en letra redonda) con este significado: «Acceder sin autorización a computadoras, redes o sistemas informáticos, o a sus datos».
A este respecto, el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica recomienda las adaptaciones jáquer y jaquear, respectivamente.1
Por último, tengamos en cuenta que del anglicismo to hack no solo se han originado hacker y hackear, sino también otros voquibles usados en la jerga informática como hack, hackeo, hackeroso, hacking, hacktivismo y hacktivista, según puede comprobarse en el Gran diccionario de anglicismos, de Félix Rodríguez González.
Hindú e indio
La palabra hindú entró a la 19.ª edición del Diccionario de la lengua española (1970) con estos dos significados: «Natural de la India» y «Perteneciente o relativo a este Estado de Asia», que en la siguiente edición (20.ª, de 1984) aparecen así: «Partidario o adepto del hinduismo» y «Por ext., natural de la India». Y en la edición posterior (21.ª, de 1992) se invierten: «Natural de la India» y «Partidario del hinduismo o adepto a él». Pero en la 22.ª edición, de 2001, se añaden dos sentidos más:
1. Natural de la India.
2. Perteneciente o relativo a este país de Asia.
3. Perteneciente o relativo al hinduismo.
4. Partidario del hinduismo o adepto a él.
Y en la actual edición, 23.ª, de 2014, figura hindú con estas tres acepciones:
1. Hinduista.
2. Natural del Indostán, región de Asia.
3. Perteneciente o relativo al Indostán o a los hindúes.
Esto quiere decir que en la actualidad es, aparentemente, impropia la utilización de la voz hindú, cuyo plural puede ser hindúes (forma preferible) o hindús,1 para referirse al oriundo de la India y debe usarse, únicamente, el gentilicio indio, dia2 o su alternancia indo, da (menos frecuente).La aclaración del empleo indistinto de los dos adjetivos la da, entre otras obras,3 el Diccionario panhispánico de dudas en el artículo hindú: «El hecho de que la mayoría de la población de la India profese el hinduismo, junto con el deseo de evitar la ambigüedad del gentilicio indio (usado también para designar a los aborígenes del continente americano), explica que prácticamente desde su introducción al español en el último tercio del siglo xix se haya usado también esta voz para designar a los naturales de la India».4
Así y todo, el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica le asigna tres sentidos a la voz hindú; el último es este: «De la India: cocina hindú, cultura hindú».5 Esto confirma que tan válido es emplear hindú como indio para referirse al natural de la India. Además, para designar específicamente al indio de América existen los términos amerindio e indoamericano.
Por último, recordemos que la lengua hablada en gran parte de la India se denomina hindi, que es, junto con el inglés, uno de los dos idiomas oficiales.
1 Cfr. Real Academia Española. Diccionario esencial de la lengua española. Madrid: Espasa, 2006. p. 778; Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 133.
2 Cfr. Fundación del Español Urgente. Segundo compendio ilustrado y deleitoso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana. Barcelona: Debate, 2016. p. 106.
3 También aparece en el Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco, en el Diccionario de usos y dudas del español actual, de José Martínez de Sousa y en el Diccionario de atentados contra el idioma español, de Juan Aroca Sanz.
4 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 341.
5 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 404.
Incautar o incautarse
Hasta no hace mucho tiempo, este verbo se utilizaba solo como intransitivo pronominal y así aparece en la actual edición del Diccionario de la lengua española. Ejemplo: «La policía se ha incautado de un alijo de cocaína».1 Sin embargo, como «las lenguas evolucionan y el uso acaba imponiéndose»,2 la forma incautar, es decir, como verbo transitivo (La policía incautó un alijo de cocaína) se fue abriendo paso hasta quedar reconocida en las obras académicas. Inicialmente, en el Diccionario panhispánico de dudas (2005); luego, en el Diccionario esencial de la lengua española (2006); después, en la Nueva gramática de la lengua española (2009) y en El buen uso del español. Este último acepta tres construcciones: «incautarse el cargamento/incautarse del cargamento (también incautar el cargamento)».3
Asimismo, está validado en el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica: «incautar(se). Dicho de una autoridad, apoderarse de bienes relacionados con un delito, falta o infracción: La policía se incautó de numeroso armamento. ■ También La policía incautó numeroso armamento».4
1 Real Academia Española. Diccionario del estudiante. 2.ª ed. Barcelona: Santillana, 2011. p. 770.
2 Soledad Moliner. Pida la palabra. Bogotá: Aguilar, 2006. p. 191.
3 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. El buen uso del español. Barcelona: Espasa, 2013. p. 378.
4 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 407.
Leds o ledes
El siglónimo1 led entró a la actual edición del Diccionario de la lengua española (2014). Su plural es leds, según el Diccionario del español actual,2 el Diccionario de uso del español,3 el Diccionario del estudiante (2011) y el Diccionario práctico del estudiante (2012). Estos dos últimos son de la Real Academia Española. No obstante, para la Fundéu (Fundación del Español Urgente) el plural correcto es ledes: «El plural de led se forma atendiendo a las normas del español; por tanto, al ser una palabra que termina en -d debe añadirse -es y escribirse ledes en lugar de leds o LEDs, del mismo modo que se escribe redes y no reds».4 Esto lo confirma en el Segundo compendio ilustrado y deleitoso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana.5
De ahí que una obra como Neologismos del español actual valide los dos plurales: leds o ledes,6 y el Diccionario Clave aclare: «Aunque su plural correcto es ledes, se usa mucho el plural anglicista leds».7
1 Los siglónimos son «palabras formadas con el mismo procedimiento que las siglas, pero que no se tienen por tales, sino por nombres ordinarios, sean propios o comunes» (José Martínez de Sousa. La palabra y su escritura. Gijón: Trea, 2006. p. 173).
2 Cfr. Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos. Diccionario del español actual. 2.ª ed. Madrid: Aguilar, 2011. p. 2767.
3 Cfr. María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 1528.
4 Fundación del Español Urgente. El español más vivo, 300 recomendaciones para hablar y escribir bien. Barcelona: Espasa, 2015. p. 172.
5 Cfr. Fundación del Español Urgente. Segundo compendio ilustrado y deleitoso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana. Barcelona: Debate, 2016. p. 92.
6 Cfr. María Moliner. Neologismos del español actual. Madrid: Gredos, 2013. p. 150.
7 <http://clave.smdiccionarios.com/app.php>.
Los pros y los contras
La locución sustantiva masculina el pro y el contra «se usa para denotar la confrontación de lo favorable y lo adverso de algo»;1 dicho de otra manera, equivale a decir «el aspecto positivo y el negativo [de algo]»2 o «las ventajas y los inconvenientes».3 Además, tiene plural: los pros y los contras.4 Ejemplos: «ʽExaminar [medir, pesar] los pros y los contrasʼ»;5 «Analiza los pros y los contras».6 Así pues, no debe usarse como invariable: ⊗los pro y los contra.7
Igualmente, se emplea antecedida de posesivo en vez del artículo: «Es necesario valorar cuidadosamente sus pros y sus contras […]».8 También con otros adjetivos: «Este negocio parece que tiene muchos pros y pocos contras».9
1 Real Academia Española. Diccionario esencial de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 2006. p. 1202.
2 Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos. Diccionario fraseológico documentado del español actual. 2.a ed. Madrid: JdeJ Editores, 2018. p. 697.
3 Real Academia Española. Diccionario del estudiante. 2.ª ed. Barcelona: Santillana, 2011. p. 1119.
4 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 139.
5 María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 2095.
6 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 442.
7 Cfr. José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 531; Manuel Seco. Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Barcelona: Espasa, 2011. p. 489; Fundéu. Manual de español urgente. Bogotá: Debate, 2015. p. 218.
8 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 23.
9 Diccionario Clave [en línea].
Magíster, magistra, máster y masterando
El sustantivo magíster, tomado del latín magister, ‘maestro’, entró a la vigésima primera edición del Diccionario de la lengua española (1992) como masculino, con la marca diatópica de Colombia y con este significado: «maestro, grado inmediatamente inferior al de doctor en universidades»; pero en la vigésima segunda edición (2001), se le amplió el alcance geográfico (Argentina, Colombia, Costa Rica y Venezuela) y se modificó la definición: «Titulación correspondiente a la maestría (curso de posgrado)». Y en la actual edición (2014) aparece con estos dos sentidos:
1. m. Arg., Col., C. Rica y Ven. Titulación correspondiente a la maestría (curso de posgrado).
2. m. y f. Arg., Col., C. Rica y Ven. Persona que posee un magíster.
Así pues, «referido a título o grado, es masculino; referido a persona, es común en cuanto al género: el/la magíster». 1 No obstante, en algunos lugares de América, para designar a la mujer que ha obtenido este título, se ha empezado a utilizar el femenino magistra, tomado del latín magistra, que significa’presidenta, directora, maestra’. 2
Esta voz femenina consta en el Diccionario de americanismos con la marca diatópica de Panamá y como sinónima de magíster (titulación). 3 En otros países, como México y Chile, se usa magistratura con este mismo sentido. 4
Además, es interesante saber lo siguiente:
1. En nuestro idioma se pronuncia [majíster] y su plural es magísteres. 5
2. Las voces maestría y máster son sinónimas con el sentido de ‘curso y título de posgrado’.
3. El vocablo usual en España es máster, cuyo plural es másteres, mientras que en América es más común maestría. 6
4. Si se emplea el sustantivo máster para referirse a la persona que ha cursado este posgrado, es común en cuanto al género: el/la máster. 7
5. Por analogía con doctorando y graduando, en España se ha empezado a utilizar el término masterando, que «es una formación válida para la persona que está próxima a terminar un máster», 8 aunque «no muy extendido todavía». 9
1 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 407.
2 Cfr. Agustín Blánquez Fraile. Diccionario latino-español. 4.ª ed. Barcelona: Ramón Sopena, 1961. t. II, p. 1008.
3 Cfr. Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de americanismos. Lima: Santillana, 2010. p. 1339.
4 Cfr. Ib., p. 1339.
5 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 407; Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 140; El buen uso del español. Barcelona: Espasa, 2013. p. 160.
6 Cfr. Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 421.
7 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 420.
8 Fundéu. Manual de español urgente. Bogotá: Debate, 2015. p. 200.
9 Juan Romeu. Lo que el español esconde: todo lo que no sabes que estás diciendo cuando hablas. Barcelona: Vox, 2017. p. 101.
Mariguana o marihuana
El nombre de esta planta, conocida también como cáñamo índico o cáñamo indio, o del producto elaborado a partir de ella, llamado también hachís, kif (o quif)y, coloquialmente, chocolate, puede escribirse con hache, forma más frecuente, o con ge. Las dos grafías constan en el Diccionario de la lengua española, en la Ortografía de la lengua española y en el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica.
Igualmente, se ha visto la forma marijuana, que aparece en algunos diccionarios de uso, pero esta es propia del inglés y por eso se rechaza en el mencionado Libro de estilo de la lengua española. Otras denominaciones coloquiales, usadas en diferentes países, son bareta, cilantro, maracachafa, marijane, marilucha, marimba, yerba, etc.
Por otra parte, para nombrar a la persona adicta a la mariguana o marihuana, existen varios vocablos: mariguanero/a, marihuanero/a, mariguano/a y marihuano/a. Los dos primeros constan en el diccionario académico desde el 2001; los cuatro están en el Diccionario de americanismos.
Por último, hay dos grafías correctas para el verbo respectivo (fumar mariguana): mariguanear y marihuanear. Aunque el DLE solo registra el primero, el Diccionario de americanismos incluye los dos. En este último figuran también dos sustantivos para llamar el consumo de marihuana: mariguaneo y marihuaneo. 1
1 Cfr. Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de americanismos. Lima: Santillana, 2010. pp. 1387-1388.
Mas sin embargo y pero sin embargo
Estas dos combinaciones usuales causan extrañeza a muchos por ser pleonásticas. No obstante, la segunda se valida en la Nueva gramática de la lengua española, pues es «redundante, pero enfática», 1 y en la Ortografía de la lengua española. Esta última, respecto a su puntuación, precisa:
[…] la conjunción adversativa pero va precedida, como es obligado, de coma y seguida del conector sin embargo, que aparece aquí sin comas que lo aíslen: «Sara los echó de menos aún más que en septiembre, pero sin embargo no se sintió tan sola como entonces» (Grandes Aires [Esp. 2002]). Esta misma secuencia pudo puntuarse con comas aislando el conector: … aún más que en septiembre, pero, sin embargo, no se sintió tan sola… Lo que no cabe hacer en ningún caso es prescindir de la primera coma del conector, escribiendo solo la segunda: ⊗… aún más que en septiembre, pero sin embargo, no se sintió tan sola… 2Además, al hablar de la locución sin embargo, la Academia preceptúa: «También en la construcción redundante pero enfática mas sin embargo o pero sin embargo: No me creyeron, mas sin embargo, dije la verdad». 3
1 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 2364.
2 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. pp. 345-346.
3 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 385.
Matoneo y matonismo
El primer sustantivo es muy conocido en nuestro país, pero no aparece en el Diccionario de la lengua española. Sin embargo, lo encontramos en el Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo,definido así: «Intimidación constante y deliberada que se ejerce sobre una persona». 1
En este mismo lexicón, figura el verbo matonear: «Imponer la voluntad a través de la amenaza, la intimidación o la burla», 2 que es lo mismo que «tratar de dominar por medio de amenazas». 3
El segundo nombrees el empleado en el español europeo y consta en el diccionario académico con esta definición: «Conducta de quien quiere imponer su voluntad por la amenaza o el terror». 4
Por último, es pertinente saber que en otros países hispanoamericanos se usan los términos matonada, matonaje y matonería. 5
2 Ib., p. 306.
3 Renaud Richard (coordinador). Diccionario de hispanoamericanismos. 3.a ed. Madrid: Cátedra, 2006. p. 345.
4 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.a ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 1426.
5 Cfr. Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de americanismos. Lima: Santillana, 2010. p. 1405; María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.a ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 1653.
Membrecía, membresía y membría
Para referirse a la ‘condición de miembro de una entidad’ o al ‘conjunto de miembros’, puede escribirse membrecía, forma preferida en el Diccionario panhispánico de dudas (2005) y en el Diccionario esencial de la lengua española (2006),o membresía, grafía no reconocida en estos lexicones, pero sí en otras obras académicas como la Nueva gramática de la lengua española (2009), la Ortografía de la lengua española (2010), el Diccionario de americanismos (2010), el Diccionario del estudiante (2011), el Diccionario de la lengua española (2014) y el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica (2018), las cuales registran las dos.
Por otro lado, es preciso saber que membresía y membría entraron al diccionario académico en el 2001 (vigésima segunda edición), mientras que membrecía ingresó en la actual edición (vigésima tercera).
Además, cabe aclarar que membría, curiosamente rechazada en la Nueva gramática de la lengua española, a diferencia de membrecía o membresía, solo tiene un significado: «condición de miembro de algún ente». 1
Por último, debe evitarse la forma *miembría por ser un vulgarismo, censurado también en la Nueva gramática de la lengua española. 2
2 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 432.
Membretar y membretear
El primero de estos verbos es el único que consta en el Diccionario de la lengua española, desde el año 2001, como sinónimo de timbrar, es decir, estampar un membrete. Asimismo, figura el participio adjetivo membretado, da. No obstante, en nuestro país el vocablo usual es el segundo, junto con su adjetivo membreteado, da.
Por eso, el verbo membretear figura en el Lexicón de colombianismos (1964, 1983), de Mario Alario di Filippo; en el Nuevo diccionario de colombianismos (1993), del Instituto Caro y Cuervo; en el Diccionario de americanismos (2010), de la Asociación de Academias de la Lengua Española; y en el Diccionario de colombianismos (2018), del Instituto Caro y Cuervo.
Por otra parte, el adjetivo membreteado, da aparece en el Diccionario de regionalismos de la lengua española (1998), de Pablo Grosschmid y Cristina Echegoyen, y en el Diccionario de uso del español (2007, 2016), de María Moliner.
Así pues, los dos verbos son válidos, al igual que sus participios respectivos.
Menarquia o menarquía
Esta palabra entró a la pasada edición del Diccionario de la lengua española, vigésima segunda, de 2001,como grave, llana o paroxítona: menarquia (aparición de la primera menstruación) y así continúa en la edición actual. No obstante, la acentuación menarquía (con tilde en la i) no puede desecharse, pues aparece, entre otros, en los siguientes lexicones: Enciclopedia del idioma (1958), Diccionario de ciencias médicas Dorland (1972), Diccionario Salamanca de la lengua española (1996), Diccionario general de la lengua española Vox (1997), Diccionario de uso del español, de María Moliner (desde su segunda edición [1998]), Diccionario actual de la lengua española (1998), Gran diccionario de la lengua española (1998), Diccionario del español actual (1999), Gran diccionario de uso del español actual (2001), Lema. Diccionario de la lengua española (2001) y Diccionario de uso del español de América y España (2003).
Sinónimo de menarquia o menarquía es menarca, vocablo registrado en el diccionario académico desde el 2001 y en el Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española (2010).
Miamense y sidneyano, na
Con el primer gentilicio, nombramos al natural de Miami, ciudad de los Estados Unidos. Aunque no aparece en el Diccionario de la lengua española, sí consta en otros lexicones académicos como el Diccionario panhispánico de dudas (2005) y el Diccionario esencial de la lengua española (2006). Asimismo, figura en el Diccionario del español actual (1999, 2011), de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, en el Diccionario de uso del español (2007, 2016), de María Moliner, y en el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica (2018), de la Real Academia Española.
Con el segundo adjetivo, nos referimos a los oriundos de Sídney, la ciudad australiana, según el maestro José Martínez de Sousa, 1 «la persona que más sabe de ortografía y de ortotipografía española», 2 a pesar de que el Diccionario panhispánico de dudas diga que «no existe gentilicio español para este topónimo». 3
2 Alberto Gómez Font. Donde dice… debiera decir. Gijón: Trea, 2006. p. 205.
3 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 602.
Nada menos y nadie menos
Don Tobías Vargas Otálora afirma que es incorrecta la oración «llegó nada menos que mi amiga» y que la correcta es «llegó nadie menos que mi amiga». 1
A este respecto, cabe recordar que a don Roberto Cadavid Misas un lector lo corrigió por haber escrito «[…] nada menos que por Miguel Antonio […]», pues «cuando se trata de personas se dice nadie menos». 2 Ante esta «corrección», el desaparecido Argos trató de explicar la diferencia entre nada menos y nadie menos, pero lo hizo de manera tan poco clara que al final sostuvo: «Yo no sé para qué me meto en estos berenjenales». 3 Y él mismo, en otra de sus leídas columnas, escribió: «[…] me topé publicada una carta, hasta entonces inédita, de nadie menos que de don Marco Fidel Suárez a un Querido Luis […]». 4
A esta cuestión, otro estudioso del idioma y extinto académico colombiano, don Elías Muvdi, afirmó: «[…] se siente ya en nuestros días, como fórmula o giro afectado que no parece deba seguirse imitando, el que hace poco hemos leído: “se me acercó nadie menos que mi gran amigo y me dijo…”; “pues ya la empleó nadie menos que Nebrija en el siglo xv…”, por más que respetables plumas en su hora hicieron de él calurosa defensa». 5
Así pues, debemos tener claro lo siguiente:
1. Las locuciones adverbiales nada menos y nada más y nada menos son sinónimas y se aplican tanto a personas como a cosas. Ambas sirven «para enfatizar la importancia, excelencia o cantidad de lo expresado. Lo dijo el director nada menos». 6
2. Las dos son expresiones de ponderación. Por eso, el Diccionario de uso del español nos da los siguientes ejemplos: Ese señor es nada menos que el alcalde; Ha heredado nada menos que noventa mil euros; Demuestra ser nada más y nada menos que un hombre honrado. 7
3. La secuencia nadie menos, documentada en los bancos de datos de la Real Academia Española,no consta en los diccionarios ni aparece en las dos gramáticas más importantes y extensas de nuestra lengua: Gramática descriptiva de la lengua española (1999) y Nueva gramática de la lengua española (2009).
4. «Se dice nada más, ninguno más, nunca más, y no *nadie menos, *nunca menos». 8
1 Tobías Vargas Otálora. Manual de redacción: hable y escriba correctamente. 3.ª ed. Bogotá: El Búho, 1990. p. 32.
2 Argos. Gazaperas gramaticales. 3.ª ed. Medellín: Universidad de Antioquia, 1993. p. 169.
3 Ib., p. 170.
4 Ib., p. 261.
5 Elías E. Muvdi. Apuntes de español. Bogotá: Tercer Mundo, 1984. pp. 245-246.
6 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 1519.
7 Cfr. María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 1769.
8 Javier Gutiérrez-Rexach. «Negación, modificación de grado y anteposición» en María Victoria Escandell Vidal, Manuel Leonetti y Cristina Sánchez López (eds.). 60 problemas de gramática. Madrid: Akal, 2011. p. 243.
Negligir y precluir
El periodista y escritor español Álex Grijelmo, gran estudioso y amante de nuestra lengua, miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, afirmó: «[…] ya pasó el tiempo de crear verbos en -er y en -ir. El genio es severo en esto. Si usted quiere inventarse un verbo, no tendrá más remedio que formarlo en la primera conjugación. Hace mucho tiempo que el genio de nuestra lengua vetó cualquiera de las otras dos posibilidades». 1 No obstante, como al idioma no se le pueden poner límites porque eso equivaldría a poner puertas al campo, dentro de todas las nuevas palabras que ingresaron a la actual edición del Diccionario de la lengua española están los verbos negligir y precluir. Veamos:
Negligir. (Del lat. negligěre). tr. cult. Descuidar, pasar por alto, abandonar algo.
Precluir. (Del lat. praecluděre ‘cerrar’, ‘obstruir’, ‘impedir’. s Conjug. c. construir). intr. Der. Dicho de una acción o de un derecho: Quedarse sin la posibilidad de su ejercicio por el transcurso del plazo legal establecido. 2
1 Álex Grijelmo. El genio del idioma. Madrid: Punto de Lectura, 2005. pp. 26-27.
2 Cfr. Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. pp. 1529 y 1770.
Norma, normativa y normatividad
Estos tres sustantivos femeninos se emplean indistintamente, pero no son sinónimos. Normaes ‘regla o precepto’; normativa es ‘conjunto de normas’; y normatividad es ‘cualidad de normativo’. Los siguientes ejemplos ilustran su adecuado uso:
● «Tenemos que respetar unas normas mínimas de convivencia» (Diccionario del estudiante, de la Real Academia Española).
● «El edificio cumple la normativa de seguridad» (Diccionario de uso del español, de María Moliner).
● «Está clara la normatividad de esa ley» (Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española).
Con relación a esta última palabra, la Fundación del Español Urgente precisa: «Es impropio su uso para referirse al conjunto de preceptos establecidos en las leyes, ya que las palabras apropiadas son normativa y norma, según el contexto». 1
Olla a presión u olla de presión
La vigésima primera edición del Diccionario de la lengua española (1992) registró únicamente el sintagma olla a presión, mientras que en la vigésima segunda (2001) y en la vigésima tercera (2014) figuran las dos unidades léxicas: olla a presión y olla de presión, aunque se prefiere la primera y a la segunda se le pone la marca geográfica de Cuba.
Así y todo, el Diccionario panhispánico de dudas recomienda el empleo de olla de presión, 1 mientras que la Nueva gramática de la lengua española sanciona los dos usos. 2
1 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 4.
2 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 1155.
Origami o papiroflexia
La «habilidad para dar a un trozo de papel, doblándolo convenientemente, la forma de determinados seres u objetos» 1 se denomina papiroflexia. Es esta la palabra que tradicionalmente se había usado en nuestra lengua; sin embargo, por desconocimiento de ella, se empezó a emplear hace unos años el japonesismo origami (oru ‘pliegue, plegar’ y kami ‘papel’), 2 que entró a la actual edición del Diccionario de la lengua española (2014).
También se ha conocido con el nombre de cocotología, 3 «término acuñado por Miguel de Unamuno», 4 pues él era aficionado a hacer pajaritas de papel. 5
Asimismo, se llamó papirología, vocablo que desde la vigésima edición del diccionario académico (1984) hasta la vigésima segunda (2001) tuvo dos acepciones, la segunda de ellas era «técnica de hacer pajaritas y otras figuras doblando papel».
1 José Martínez de Sousa. Diccionario de bibliología y ciencias afines. 3.ª ed. Gijón: Trea, 2004. p. 724.
2 Cfr. Enciclopedia universal Micronet 2004 [dvd]. Madrid: Micronet, 2003; Clave. Diccionario de uso del español actual [en línea], <http://clave.smdiccionarios.com/app.php>.
3 Esta palabra entró a la vigésima primera edición del Diccionario (1992).
4 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.a ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 560.
5 Cfr. María Moliner. Diccionario de uso del español. Madrid: Gredos, 1981. t. I, p. 656; Arturo del Hoyo. Diccionario de palabras y frases extranjeras. 3.ª ed. Madrid: Santillana, 2002. p. 423.
Otros varios
Esta combinación es un «pleonasmo por otros, ya que, si son otros (en plural), tienen que ser forzosamente varios». 1 Además, «[el] carácter excepcional en la lengua actual de los usos adjetivos de demasiado, y aún más de varios, explica finalmente que ninguno de los dos pueda seguir a otros». 2 No obstante, esta redundancia ha aparecido en diferentes obras lingüísticas. Veamos:
1) «[…] como à los que con algun cuidado leyeren el Diccionario por diversión, curiosidád, ù otros vários fines».
«[…] como A sabiendas, à truéco, à sazón, à brazo partido, à vista de ojos, à pecho descubierto, y assi de otros varios modos de hablar […]» (preliminares del Diccionario de autoridades).
2) «Con las letras empleamos en la escritura otros varios signos o notas que sirven para determinar el modo con que se han de pronunciar las palabras y las oraciones […]» (Ortografía de la Real Academia Española [1974], capítulo I, nro. 4).
3) «Allegar o reunir en un solo cuerpo de obra, partes, extractos o materias de otros varios libros o documentos» (primera acepción del verbo compilar en el Diccionario de la lengua española).
4) «Otros varios autores han condenado tal uso, y recientemente la Nueva gramática de la lengua española de la Academia insiste en descalificarlo […]» (Pedro Álvarez de Miranda. Más que palabras. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2016. p. 140).
5) «El muchacho al que perseguían otros varios se volvió y, enarbolando un palo, les hizo frente» (Diccionario estudio Salamanca. Barcelona: Octaedro, 2007. p. 471).
Cabe aclarar que la secuencia inversa varios otros sí es válida. Ejemplos: Varios otros despachos; Ha recibido varios otros premios. 3 También se encuentra empleada dos veces en la Nueva gramática de la lengua española:
1) «Los adjetivos afín, atento, dispuesto, presto, proclive, pronto, propenso, propicio y tendente […] se construyen también con la preposición a, al igual que varios otros no relacionados […]» (p. 2745).
2) «Se construyen con de las expresiones predicativas incluidas en el complemento de régimen del verbo pecar y de varios otros que denotan presunción o vanagloria […]» (p. 2890).
1 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 487.
2 Bruno Camus Bergareche y Raquel González Rodríguez. «Por qué otros {muchos/pocos} síy otros {bastantes/demasiados} no?» en M. Victoria Escandell Vidal, Manuel Leonetti y Cristina Sánchez López (eds.). 60 problemas de gramática. Madrid: Akal, 2011. p. 76.
3 Cfr. Ib., p. 75.
Pancoger y pan llevar
El primer vocablo, muy utilizado en nuestro país, está registrado en el Diccionario de colombianismos con este sentido: «Cultivo de subsistencia que busca satisfacer las necesidades alimenticias propias de una comunidad. Maíz, plátano, yuca, fríjol, hortalizas, frutales, entre otros cultivos de pancoger, se desarrollan en los patios productivos (web)». 1
La segunda combinación aparece en el diccionario académico en el sintagma tierra de pan llevar, definido así: «Tierra destinada a la siembra de cereales o adecuada para este cultivo». 2 Expresión equivalente es tierra de sembradura, es decir, «tierra que se destina para sembrar cereales y otras semillas». 3
1 Instituto Caro y Cuervo. Diccionario de colombianismos. Bogotá: Legis, 2018. p. 348.
2 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 2117.
3 Ib., p. 2117.
Pasar de castaño oscuro (algo)
A esta locución verbal, que significa «ser demasiado enojoso o grave» 1 o «exceder de los límites tolerables», 2 se le suele añadir equivocadamente la preposición a. Y tan extendido está este error que así la registró don Siervo Mora Monroy en su Lexicón de fraseología del español de Colombia: «pasar de castaño a oscuro. Agravarse, complicarse». 3 No obstante, en el español modélico o estándar dicha partícula no debe insertarse. Por eso, el Diccionario panhispánico de dudas advierte: «En esta locución, castaño oscuro es la designación de un solo color, dentro de la gama del castaño; no debe decirse, pues, ⊗pasar de castaño a oscuro, como si se tratase de dos colores diferentes». 4 Asimismo, el empleo con a es censurado en el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica, de la Real Academia Española.
2 Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos. Diccionario fraseológico documentado del español actual. 2.a ed. Madrid: JdeJ Editores, 2018. p. 155.
3 Siervo Mora Monroy. Lexicón de fraseología del español de Colombia. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1996. p. 157.
4 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 125.
Percápita y suigéneris
A partir de la publicación de la Ortografía de la lengua española (2010), las locuciones latinas deben escribirse «en cursiva (o entre comillas) y sin acentos gráficos, ya que estos no existen en la escritura latina». 1 No obstante, algunas de esas expresiones se siguen escribiendo en letra redonda y con tilde, cuando corresponde: ad efesios, per cápita y sui géneris. La razón es que admiten también su escritura en una sola palabra: adefesios, percápita y suigéneris. Lo mismo sucede en el sintagma renta per cápita o renta percápita. Esto puede verificarse en la actual edición del Diccionario de la lengua española (2014).
Por otro lado, hay que aclarar que la locución sui géneris o su variante ortográfica suigéneris «se pronuncia [suijéneris]». 2 «Debe evitarse la pronunciación ⊗[sui-yéneris]». 3
Por último, hay casos especiales:
1) Agnus Dei. Aunque como locución latina se escribe en cursiva, tiene las alografías agnus y agnusdéi. Ambas escritas de redondo y con tilde la última, que es la forma preferida en el diccionario académico.
2) Ex abrupto. Como locución adverbial se sigue escribiendo en itálica, pero como sustantivo masculino se escribe en una sola palabra y en letra redonda.
3) Ex cathedra tiene también en el DLE la forma castellanizada ex cátedra, que es la preferida.
4) Ex professo aparece españolizada de dos maneras en el Diccionario: ex profeso y exprofeso. Al respecto, debemos recordar que «la Ortografía de 1763 suprime definitivamente la -ss- en posición intervocálica». 4
5) (Pro) rata parte tiene en el diccionario académico las variantes en letra redonda pro rata (desusada) y prorrata (forma preferida). Esta última ha dado origen al verbo prorratear y al sustantivo prorrateo.
6) Verbi gratia tiene su alternancia gráfica castellanizada: verbigracia.
2 Ib., p. 613.
3 Real Academia Española. Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 619.
4 Salvador Gutiérrez Ordóñez. «Las ortografías de la Academia» en La lengua y la palabra: trescientos años de la Real Academia Española. Madrid: Real Academia Española, 2013. p. 245.
Peritación, peritaje o peritazgo
Los dos primeros términos pertenecen al español modélico o estándar. Por eso constan en el Diccionario de la lengua española. El primero, desde 1936; el segundo, desde 1956.
El tercer vocablo se usa mucho en nuestro país, sobre todo en el lenguaje jurídico; de ahí que lo encontremos en el Lexicón de colombianismos (1964, 1983), de Mario Alario di Filippo; en Mi tierra: el diccionario de Colombia (2005), de Jorge Alejandro Medellín Becerra y Diana Fajardo Rivera; en el Diccionario de americanismos (2010), de la Asociación de Academias de la Lengua Española; en el Breve diccionario de colombianismos (2012), de la Academia Colombiana de la Lengua; y en el Diccionario de colombianismos (2018), del Instituto Caro y Cuervo. En este último, aparece con dos significados:
1. Estudio que hace un perito.
2. Informe de este estudio.
Pitoniso y pitonisa
Este sustantivose ha usado tradicionalmente como ortónimo (pitonisa), 1 pues desde el punto de visto etimológico e histórico se ha referido siempre a una mujer, ya que proviene del latín «pythonissa, sacerdotisa de Apolo que, sentada en su trípode, daba los oráculos en el templo de Delfos, tras inhalar los sagrados humos —unos desconocidos gases que emanaban de una grieta bajo el templo—». 2 Así y todo, el masculino pitoniso, como sinónimo de profeta o adivino, «se usa hoy con alguna frecuencia» 3 y, aunque todavía no consta en el diccionario académico, podemos verlo en lexicones descriptivos como el Diccionario del español actual (1999, 2011), el Diccionario de uso del español, de María Moliner (2007, 2016), y el Diccionario Clave (en línea).
1 «Los nombres personales ortónimos son aquellos que no pueden representar la alternancia de la identidad sexual del referente y en este sentido son invariables» (Milagros Aleza Izquierdo [coordinadora]. Normas y usos correctos en el español actual. Valencia: Tirant Humanidades, 2011. p. 402).
2 Gregorio Doval. Palabras con historia. Madrid: Ediciones del Prado, 2002. p. 288.
3 Leonardo Gómez Torrego. Las normas académicas: últimos cambios. Madrid: sm, 2011. p. 86.
Polos opuestos
Esta combinación tan frecuente aparece en Redes. Diccionario combinatorio del español contemporáneo y en el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo. Este último da el siguiente ejemplo: «Dos pintores que representan dos polos opuestos en el panorama artístico actual». 1 Además, en singular aparece en la Nueva gramática de la lengua española: «En el polo opuesto a los predicados semelfactivos están los verbos frecuentativos» (p. 1701).
Sin embargo, el lexicógrafo José Martínez de Sousa sostiene que polos opuestos es «pleonasmo por polos, ya que los polos, ‘extremos del eje de rotación de una esfera o cuerpo redondeado’, son siempre opuestos por definición». 2 Y otro significado de la voz polo es «extremo que se considera opuesto a otro» 3 , lo que refuerza lo afirmado por el maestro español.
1 Ignacio Bosque (director). Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo. Madrid: sm, 2011. p. 994.
2 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 518.
3 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23.ª ed. Barcelona: Espasa, 2014. p. 1749.
Propender
Este verbo, que significa «inclinarse o tender a algo», 1 se ha construido, tradicionalmente, con la preposición a. Ejemplos: «Debo cuidarme porque propendo a engordar. El paciente propende a la depresión». 2 Esto puede verificarse también en otras obras importantes como el Diccionario de uso del español, de María Moliner; el Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco; el Nuevo diccionario de dudas y problemas del idioma español, de Manuel Rafael Aragó; el Diccionario de uso de las preposiciones españolas, de Emile Slager; y Uso de las preposiciones, de María Moliner.
No obstante, el Diccionario panhispánico de dudas reconoce que propender se construye también, «menos frecuentemente», 3 con la preposición hacia. Así y todo, desde hace varias décadas se usa en nuestro país este verbo con la preposición por, uso inapropiado que corrigió el desaparecido Argos en una de sus famosas gazaperas gramaticales en 1988 4 y se condena en el dpd: «Es impropio su uso con un complemento precedido de por, con sentido próximo a ‘abogar o procurar’». 5
Por último, cabe aclarar que aunque el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, iniciado por don Rufino José Cuervo, concluido por el Instituto Caro y Cuervo y publicado en 1994, incluye tres citas del ensayo Motivos de Proteo, del escritor y político de Uruguay José Enrique Rodó, para ilustrar usos de propender con las preposiciones por y sin, no son oportunas porque las construcciones encabezadas con estas partículas son parentéticas o incidentales, es decir, incisos, y el verbo propender, o su participio propendido, sigue rigiendo la preposición a, como se puede ver en los propios textos.
2 Real Academia Española. Diccionario del estudiante. 2.a ed. Barcelona: Santillana, 2011. p. 1126.
3 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 532.
4 Cfr. Argos. Gazaperas gramaticales. 3.a ed. Medellín: Universidad de Antioquia, 1993. p. 174.
5 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, op. cit., p. 532.
Propugnar
Este verbo, sinónimo de defender, amparar o apoyar, es transitivo y se construye siempre, por ende, con complemento directo y sin preposición alguna. Ejemplos: «Todos los juristas consultados propugnaban la modificación de algunos artículos de la ley; La mayoría de los parlamentarios propugnaron la ampliación de las ayudas a otros afectados; Un grupo minoritario que propugna la abstención en las próximas elecciones». 1
Sin embargo, es frecuente, desde hace muchos años, que este verbo se use como intransitivo y seguido de la preposición por, error corregido por el eximio filólogo colombiano Luis Flórez 2 y por censores idiomáticos como Alfredo Iriarte. 3 Asimismo, se denuncia este dislate en obras como el Diccionario de atentados contra el idioma español, de Juan Aroca Sanz; el Nuevo diccionario de dudas y problemas del idioma español, de Manuel Rafael Aragó; y el Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco.
A este respecto, el Manual de español urgente precisa: «El uso de la preposición podría ser influencia de abogar por, de significado idéntico». 4 También puede deberse a «un cruce con pugnar, que sí se construye con la preposición por», 5 pues, precisamente, propugnar se deriva del latín propugnāre, que significa «combatir para apartar, para alejar algo, para proteger; combatir en defensa de», 6 que a su vez se compone de pro «delante, ante, a la vista de» 7 y pugnare, «pelear, combatir a puñetazos, luchar, batallar, combatir». 8
1 Ignacio Bosque (director). Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo. Madrid: SM, 2011. p. 1029.
2 Cfr. Luis Flórez. Apuntes de español. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1977. p. 106.
3 Cfr. Alfredo Iriarte. Rosario de perlas. Bogotá: Intermedio, 2003. p. 513.
4 Fundéu. Manual de español urgente. 19.a ed. Bogotá: Debate, 2015. p. 219.
5 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.a ed. Gijón: Trea, 2008. p. 533.
6 Agustín Blánquez Fraile. Diccionario latino-español. 4.a ed. Barcelona: Ramón Sopena, 1961. p. 1358.
7 Ib., p. 1334.
8 Ib., p. 1375.
¿Qué hora es? y ¿qué horas son?
La primera de estas preguntas es la usual en la mayoría de los países de habla hispana. En ella «la palabra hora tiene el sentido genérico de ‘momento del día’». 1 La segunda interrogante «es admisible, aunque menos recomendable, y se da con cierta frecuencia en algunos países de América, especialmente en el nivel popular». 2
Esta última es corriente en nuestro país, razón por la que figura en el Nuevo diccionario de colombianismos (1993) y en el Diccionario de colombianismos (2018), del Instituto Caro y Cuervo. Igualmente, en el Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española (2010).
Rastreabilidad y trazabilidad
El primer sustantivo no consta en el Diccionario de la lengua española; sin embargo, se validó en el Diccionario panhispánico de dudas (2005) para remplazar el término trazabilidad, calco del inglés traceability. Así y todo, al año siguiente, cuando la Real Academia Española publicó el Diccionario esencial de la lengua española, en el 2006, no incluyó rastreabilidad, sino trazabilidad, con dos acepciones, y es este el vocablo que entró, finalmente, al diccionario oficial del idioma en el 2014, con tres significados.
Conclusión: «Rastreabilidad puede alternar con trazabilidad para referirse a la ‘posibilidad de identificar el origen y las diferentes etapas de un proceso de producción y distribución de un bien de consumo’, un producto, un fondo, etc.». 1
1 Fundación del Español Urgente. El español más vivo: 300 recomendaciones para hablar y escribir bien. Barcelona: Espasa, 2015. p. 204.
Referenciar
Este verbo, que todavía no figura en el Diccionario de la lengua española,empezó a utilizarse en los años sesenta; de hecho, el primer caso documentado en los bancos de datos de la Real Academia Española es de 1966 en España. De ahí que varios lexicones descriptivos lo registren. Algunos de ellos son los siguientes:
1) «Referenciar. Hacer referencia o dar información: En esta revista ‘han referenciado’ el libro que publiqué» (Clave. Diccionario de uso del español actual, 1997).
2) «Referenciar (raro). Hacer referencia [a algo]» (Diccionario del español actual, 1999).
3) «referenciar. Hacer referencia a algo o alguien; [hacer relación de varios o varias]» (Diccionario del verbo español, hispanoamericano y dialectal, de Jaime Suances Torres, 2000).
4) «Referenciar. Establecer relación de algún tipo con otra cosa o remitir a ella para buscar o completar la información que se precisa: La aparición de la menarquía es un hito al que suele referenciarse el desarrollo posterior de la mujer» (Gran diccionario de uso del español actual, 2001).
5) «Referenciar. Hacer referencia a algo. Más frec. el participio» (Diccionario de uso del español, de María Moliner, 4.ª ed, 2016).
De este verbo, el maestro José Martínez de Sousa dijo: «No tiene registro académico en el drae01. Sustitúyase por referirse, hacer referencia, remitir, según el caso». 1 Sin embargo, él mismo lo utilizó en otro de sus libros: «[…] que nos ha servido, junto con el apellido, para referenciar la obra tras la cita o la mención». 2
Siglos
La ortografía académica actual dice que «los siglos se escriben siempre utilizando números romanos: siglo xxi, siglo xii». 1 Además, esta obra advierte: «No deben emplearse, con este fin, los números arábigos, uso poco común y ajeno a nuestra tradición ortográfica: ⊗siglo 21». 2 Tampoco son correctas las formas siglo veintiuno, siglo decimoctavo o siglo vigésimo primero. 3
Así pues, nuestro querido académico y periodista Juan Gossain se descachó al escribir, en su libro Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje, lo siguiente:
1) «Una de las muchas expresiones singulares que me llaman la atención es amover, que dejó de usarse en el siglo diecinueve» (p. 28).
2) «A finales del siglo diecinueve el término corroncho surgió en la costa caribe colombiana […]» (p. 32).
3) «En tiempos de la colonia española, entre los siglos dieciséis y diecinueve […]» (p. 147).
Por último, tengamos en cuenta este consejo ortotipográfico: «En los textos no manuscritos, se recomienda escribir los números romanos en letra versalita, para mantener el equilibrio tipográfico: siglo xxi, páginas xix-xxiii; pero, si van asociados a palabras escritas con mayúscula inicial, se escribirán con mayúscula: II Internacional Obrera, Juan XXIII». 4
1 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 694.
2 Ib., p. 658.
3 Cfr. José Martínez de Sousa. Manual de estilo de la lengua española. 5.ª ed. Gijón: Trea, 2015. p. 563.
4 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. El buen uso del español. Barcelona: Espasa, 2013. p. 298.
Spa
Este término nos vino del inglés, lengua que lo tomó de Spa, la «población de Bélgica famosa desde la Edad Media por sus aguas medicinales». 1 Al respecto, la Enciclopedia Espasa precisa: «[…] a comienzos del siglo xvi el renombre de Spa era universal; sus aguas eran ya famosas, y así se explica que la voz spa haya adquirido en inglés el concepto genérico de manantial mineral». 2
Con esto se demuestra la falsedad de que spa es una sigla o un acrónimo formado por las palabras latinas salus per aquam. 3 En realidad, es palabra «tomada de la ciudad belga de Spa, famosa como sitio de desintoxicación y por sus aguas surgentes». 4
Por otra parte, este voquible tiene traducción a nuestro idioma: balneario, baños, caldas o termas. 5 Sin embargo, como el vocablo spa está muy extendido en nuestra lengua, debe grafiarse en letra cursiva o itálica, como aparece en la actual edición del diccionario académico (2014), pues la castellanización espá, con el plural espás, propuesta inicialmente por la Fundéu 6 y luego por la Real Academias Española, 7 aún no ha arraigado.
1 María Moliner. Diccionario de uso del español. 3.ª ed. Madrid: Gredos, 2007. p. 2769; Neologismos del español actual. Madrid: Gredos, 2013. p. 208.
2 Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana. Bilbao, Madrid, Barcelona: Espasa Calpe, 1927. t. LVII, p. 748.
3 Cfr. Sagrario Fernández-Prieto. Palabras al aire. Madrid: Ediciones Martínez Roca, 2013. p. 55; Leonardo Gómez Torrego y Sara Robles Ávila. Transgresiones idiomáticas en el lenguaje de la publicidad. Madrid: Cátedra, 2014. p. 215.
4 Héctor Zimmerman. Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato. Buenos Aires: Aguilar, 2006. p. 232; Cfr. Javier del Hoyo. Eponimón: el sorprendente origen de las palabras con nombre propio. Barcelona: Ariel, 2016. p. 230.
5 Cfr. José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 595.
6 Cfr. <http://www.fundeu.es/recomendacion/spa/>.
7 Cfr. Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 457.
Tan pronto o tan pronto como
La primera secuencia es la combinación del cuantificador tan y del adverbio pronto. Ejemplos: No pensé que fueras a llegar tan pronto; No salgas tan pronto de la oficina.
Igualmente, existe como «locución adverbial que, repetida delante de dos o más oraciones, expresa alternancia en la realización de los hechos: Tan pronto ríe, tan pronto llora (‘unas veces ríe, otras veces llora’)». 1 Esta alternancia se puede expresar también por medio de tan pronto… como. Ejemplo: «Tan pronto te dice que sí como te dice que no». 2
La segunda secuencia es una locución conjuntiva cuyo significado es «en el momento en que» 3 e «introduce la expresión de un hecho inmediatamente anterior: tan pronto como se hizo de noche, hubo que volver a la aldea». 4
Al respecto, el gramático y lexicógrafo Manuel Seco sostiene que «no es lo más normal, en este uso, decir solo tan pronto (omitiendo como)». 5 Con él está de acuerdo el maestro José Martínez de Sousa: «tan pronto. Debe ir siempre seguido de como: *Tan pronto llegues, avísame. La forma correcta es: Tan pronto como llegues, avísame». 6 Asimismo, el filólogo Leonardo Gómez Torrego: «*Tan pronto lo sepa, os lo comunicaré (correcto: Tan pronto como lo sepa…). La locución conjuntiva temporal correcta es tan pronto como y no *tan pronto». 7
Así y todo, la Nueva gramática de la lengua española reconoce que «la variante tan pronto (sin como) es mucho más frecuente en el español americano que en el europeo», 8 y no la censura.
1 Manuel Seco. Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Barcelona: Espasa, 2011. p. 491.
2 Clave. Diccionario de uso del español actual [en línea]. Madrid: SM.
3 María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 2105.
4 Manuel Seco, op. cit., p. 491.
5 Ib., p. 491.
6 José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 610.
7 Leonardo Gómez Torrego. Hablar y escribir correctamente. 4.ª ed. Madrid: Arco Libros, 2011. vol. II, p. 654.
8 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 1596.
Traspié y traspiés
El sustantivo traspié, usado frecuentemente como sinónimo de desacierto, equivocación, error, fallo, fracaso o de resbalón, tropezón o tropiezo, es singular y su plural es traspiés, 1 nunca traspieses. 2 Por eso, «no se considera correcto el uso de la forma traspiés para el singular: ⊗un traspiés». 3 Sin embargo, como «el uso es la ley en los idiomas», 4 no es inusual oír la forma traspiés como variante del nombre singular masculino; de ahí que varios lexicones descriptivos la registren como entrada o lema. Algunos de ellos son el Diccionario del español actual (1999), el Diccionario de uso del español de América y España (2002) y el Diccionario de uso del español, de María Moliner (2007, 2016, 3.ª y 4.ª edición, respectivamente).
1 Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa, 2009. p. 135.
2 Cfr. Manuel Seco. Nuevo diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Barcelona: Espasa, 2011. p. 587; José Martínez de Sousa. Diccionario de usos y dudas del español actual. 4.ª ed. Gijón: Trea, 2008. p. 627.
3 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005. p. 649; cfr. Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 464.
4 Luis Flórez. Temas de castellano. 2.ª ed. Bogotá. Instituto Caro y Cuervo, 1967. p. 21.
Vuvuzela
Esta palabra designa un instrumento muy conocido en las calles, sobre todo cuando nuestra selección juega un partido de fútbol. No obstante, a la hora de escribirla, muchos colombianos dudan de la forma correcta porque no aparece todavía en el diccionario académico.
Dicho vocablo es de origen zulú y consta en el Diccionario de uso del español, de María Moliner, definido así: «Corneta de plástico típica de Sudáfrica, muy ruidosa, que hacen sonar los aficionados durante los partidos de fútbol». 1
Esta misma grafía y definición figuran en Neologismos del español, de la misma autora, 2 y es la escritura recomendada por la Fundéu (Fundación del Español Urgente) en su ciberpágina.
Wasap y wasapear
El sustantivo masculino wasap y su variante acentual wásap, con sus plurales wasaps y wásaps, constan en la actual edición del Moliner. Asimismo, las variantes gráficas guasap y guásap, cuyos plurales son guasaps y guásaps. También figura el verbo wasapear: «Enviar mensajes por whatsapp». 1 Esta última palabra aparece en artículo independiente así:
whatsapp [uátsap, uásap; uatsáp, uasáp] (ingl.; marca registrada, del nombre de la empresa que creó este sistema; pl. whatsapps; var. guasap, guásap, wasap, wásap). 1 m. Sistema de mensajería empleado especialmente en teléfonos inteligentes que permite enviar y recibir mensajes instantáneos a través de Internet. 2 Mensaje enviado mediante este sistema. 2
Cabe aclarar que las hispanizaciones wasap y wasapear han sido recomendadas por la Fundéu en su página y en obras como El español más vivo (2015), el Segundo compendio ilustrado y deleitoso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana (2016)y el Manual de español urgente. Este último, al hablar de wasap, precisa: «Este sustantivo (‘mensaje gratuito enviado por la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp’) y su verbo derivado wasapear (‘intercambiar mensajes por WhatsApp’) son adaptaciones adecuadas. Por otra parte, pueden resultar admisibles las adaptaciones guasap y guasapear, pero al perderse la referencia a la marca original y percibirse como más coloquiales se prefieren las formas con w». 3
Por último, el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica acepta las castellanizaciones wasap y guasap (con sus plurales wasaps y guasaps), así como el verbo wasapear (o guasapear). 4
1 María Moliner. Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 2689.
2 Ib., p. 2690.
3 Fundéu. Manual de español urgente. Bogotá: Debate, 2015. p. 246.
4 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 471.
Wayú
El nombre de este grupo étnico, «de la familia lingüística arawak, localizado en La Guajira», 1 conocido también con el nombre de guajiro, se ve escrito de varias formas: wayuu, wayúu, wayuú, wayu y wayú. Esta última, con su plural wayús, es la grafía apropiada y recomendada, no importa que en el Diccionario de americanismos aparezca wayúus y wayuu. 2
La razón por la que debe escribirse wayú y wayús es porque la combinación -uu- al final de un vocablo es ajena a nuestro sistema ortográfico y «en español, las únicas palabras escritas con esta secuencia son el latinismo duunvir(o) (en la antigua Roma, ʽmiembro de una magistratura de dos personasʼ) y sus derivados duunviral y duunvirato, que conservan tanto en la lengua oral como en la escrita la doble vocal etimológica». 3
Por último, debe tenerse en cuenta que los etnónimos («palabras relacionadas con las etnias, pueblos, tribus, razas, gentilicios, etcétera») 4 «se escriben siempre con minúscula inicial». 5
1 Jorge Alejandro Medellín Becerra y Diana Fajardo Rivera. Mi tierra: el diccionario de Colombia. Bogotá: Norma, 2005. p. 1034.
2 Cfr. Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de americanismos. Lima: Santillana, 2010. pp. 2253 y 2301.
3 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010. p. 171.
4 José Martínez de Sousa. Manual de estilo de la lengua española. 5.ª ed. Gijón: Trea, 2015. p. 368.
5 Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, op. cit., p. 471.
Wengue o wengué
Este vocablo no consta aún en el Diccionario de la lengua española, pero sí se halla en lexicones descriptivos. Por ejemplo, en las obras de María Moliner se encuentra tildado: wengué, 1 y así aparece en el libro 199 recetas infalibles para expresarse bien: «Puedo poner bonito un texto con guirnaldas adhesivas, con luces de colores o enmarcarlo con su paspartú crema y su moldura en wengué, pero sé que ese no es el bonito que me piden». 2
Sin embargo, en nuestro país la pronunciación usual es como palabra grave, es decir, sin tilde: wengue [uéngue]. De esta forma la registra el Diccionario Clave y con dos significados:
1. Árbol tropical de origen africano, cuya madera, de color amarillento, se oxida rápidamente tomando un tono marrón oscuro casi negro: La madera del wengue se trabaja bien y es resistente a los golpes.
2. Madera de este árbol: una mesa de wengue. 3
Además, wengue se usa también para nombrar el color de esta madera. Ejemplo: Un mueble [de] color wengue.
1 Cfr. María Moliner. Neologismos del español actual. Madrid: Gredos, 2013. p. 239; Diccionario de uso del español. 4.ª ed. Madrid: Gredos, 2016. p. 2690.
2 Alberto Gómez Font et al. 199 recetas infalibles para expresarse bien. Barcelona: Vox, 2015. p. 163.
3 <http://clave.smdiccionarios.com/app.php>
ZZ
Este «dígrafo ortográfico italiano» 1 ha hecho su aparición en las últimas ediciones del diccionario académico. La actual edición de esta obra registra en letra cursiva o itálica, señal de que son xenismos, peregrinismos o extranjerismos crudos, voces como gin-fizz, jacuzzi, 2 jazz, 3 mezzosoprano, 4 mozzarella, 5 paparazzi, 6 pizza 7 y pizzicato. Sin embargo, los derivados jazzista, jazzístico/ca, pizzería y pizzero/ra, así como el compuesto prepizza, sí aparecen en letra redonda. Esto indica que habrá que considerar «este grupo consonántico, impropio del español», 8 parte de nuestro sistema ortográfico.
Al respecto, la norma académica establece que se escriban de redondo «[l]as palabras españolas derivadas de voces extranjeras, aunque conserven las características gráficas de la palabra de la que derivan: beethoveniano, hollywoodiense, darwinismo, pizzería». 9
Cabe aclarar que esta secuencia gráfica se ha simplificado en otras voces que entraron al Diccionario, no siempre procedentes del italiano: atrezo(del italiano attrezzo), esbozar (del italiano sbozzare), puzle (del inglés puzzle) y razia (del francés razzia).
1 S. Senz, J. Minguell y M. Alberte. «Las academias de la lengua española, organismos de planificación lingüística» en Silvia Senz y Montserrat Alberte (eds.). El dardo en la Academia: esencia y vigencia de las academias de la lengua española. Barcelona: Melusina, 2011. vol. I, p. 414.
2 La castellanización yacusi consta en el Diccionario panhispánico de dudas, en la Ortografía de la lengua española y en el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica.
3 La hispanización yaz, incluida en el diccionario académico (desde 1970 hasta 1992), nunca arraigó.
4 El Diccionario panhispánico de dudas dice que «se puede adaptar al español en la forma mesosoprano».
5 La adaptación gráfica mozarela aparece en el Diccionario panhispánico de dudas, en la Ortografía de la lengua española y en el Libro de estilo de la lengua española.
6 La españolización paparazi se propone en el Diccionario panhispánico de dudas.
7 Al respecto, el filólogo español Leonardo Gómez Torrego afirma: «Las Academias de la Lengua Española no se han manifestado por la castellanización (y, por tanto, por la pronunciación) de la palabra pizza y su derivado pizzería, quizá porque la pronunciación labiodental de -zz- en italiano está muy arraigada entre hablantes de español» (Hablar y escribir correctamente. 4.ª ed. Madrid: Arco/Libros, 2011. vol. I, p. 363).
8 José Martínez de Sousa. Ortografía y ortotipografía del español actual. 3.ª ed. Gijón: Trea, 2014. p. 97.
9 Real Academia Española. Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Barcelona: Espasa, 2018. p. 154.