Caro nació en el seno de una familia amante de la Literatura y del culto a los autores latinos, en los primeros años de su vida gozó de los favores culturales y lingüísticos de su abuelo materno, el jurisconsulto y humanista Miguel Tobar; del maestro de idiomas clásicos y modernos Thomas Jones Stevens; del latinista ecuatoriano padre Manuel José Proaño; y de su preceptor y amigo Samuel Stard Bond, helenista y versificador latino, quien revisó, comentó y corrigió los pliegos de la Gramática de la lengua latina para el uso de los que hablan castellano, obra hecha al alimón con su compañero Rufino José Cuervo de quien aprendió, no poco, sobre el método y rigor científico en investigación.

Examinemos brevemente las obras y las circunstancias que lo acreditaron como filólogo.

La Gramática de la lengua latina, obra, que como ya se dijo, fue hecha con Cuervo,se originó en la necesidad de un buen texto para la enseñanza del latín en las instituciones colombianas y en la vocación temprana por las lenguas clásicas de sus autores. Tuvo de guía y modelo el Método para estudiar la lengua latina de Jean L. Burnouf y A latin gramar de T. Hewitt Key, textos que fueron ajustados a las doctrinas gramaticales de Bello y a su idea genial de que “dada una lengua, no debe ser una misma su gramática para los extranjeros de diversas naciones”. En su Gramática pusieron especial interés en el cotejo del giro latino con el castellano, considerando que ninguna comparación es tan fecunda como la de la lengua nativa con la lengua madre.

Cuervo dictó su cátedra de latín, en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, con los pliegos que iban imprimiendo de la Gramática, asimismo fue el texto utilizado en su cátedra del Seminario Conciliar de Bogotá. En 1868 Caro fue nombrado profesor de latín en la Universidad Nacional de Colombia y allí tomó la obra de su coautoría como texto, que al poco tiempo se difundió en otras escuelas colombianas acabando con el retroceso al que había llegado el cultivo del latín en las aulas escolares.

La Gramática de estos dos filólogos colombianos esdidáctica, normativa y descriptiva. Didáctica, porque está distribuida en dos cursos paralelos, analogía y sintaxis, con sus correspondientes ejercicios; normativa, en cuanto se concibe como el conjunto de normas que deben regular el uso de los hablantes de una comunidad; y  descriptiva, no solo por describir lo formal de la lengua, sino por el conjunto de definiciones generales que la constituye. Obra sustentada en un corpus literario de setecientos pasajes de atildados escritores latinos y con oportunas referencias al español resaltando las características de cada lengua; pues Caro sostuvo que al estudio y descripción del castellano había que llegar por el latín, pero a sabiendas que cada lengua tiene su propia índole.

Por su magistral interpretación de los escritos de Publio Virgilio Marón, a la que le dedicó varios años de trabajo, desde 1861 hasta 1875; y por sus extensos estudios lingüísticos, históricos y arqueológicos, según el archivo de estudios sobre asuntos virgilianos que logró reunir en su biblioteca, Caro demostró ser un profundo conocedor del mantuano.

En Obras de Virgilio traducidas en versos castellanos con una introducción y notas por Miguel Antonio Caro, traducción, que según juicios de connotados humanistas, es la mejor en la literatura española, nuestro humanista bogotano plasma todos sus conocimientos teóricos y prácticos de la técnica del verso, revelándose como gran intérprete, estilista y latinista.

El culto a Virgilio no le hizo olvidar a otros poetas latinos, ingleses, franceses e italianos. El dedicado ejercicio a la traducción lo llevó a sentar cátedra sobre el tema.

Sus trabajos: Notas a la “Ortología y Métrica” de don Andrés Bello; De la aliteración considerada como elegancia métrica; Del verso eneasílabo. Sus variedades, sus orígenes; Sobre el hiato (carta enviada a don Antonio Gómez Restrepo); el prólogo escrito para la obra el Arte de hablar en prosa y verso, de don José Gómez Hermosilla, entre otros, corroboran que era un experto en métrica y prosodia, hábil versificador, conocedor de tratadistas y retóricos de todos los tiempos y dueño de sólidos conocimientos de lenguas clásicas y modernas, acervo que lo convirtieron en experto traductor.

Caro trató cuestiones del lenguaje al engolfarse en alguna polémica, dictar una conferencia, rendir un informe, contestar una consulta, por insinuación de sus amigos o para responder una crítica, es el caso de su sesudo ensayo Del metro y la dicción en que debe traducirse la epopeya romana, para justificar la selección del metro y el empleo de arcaísmos en su traducción de la Eneida.

“El uso lingüístico es la forma que toma una lengua y el curso que lleva en boca de las gentes que la hablan, entregada al instinto natural y a imitación irreflexiva, y libre de la influencia de los libros”. Dijo Caro en Del uso en sus relaciones con el lenguaje, discurso inaugural de la Academia Colombiana de la Lengua. Aquí explicó, desde las concepciones positivista y naturalista, el uso bueno y malo del lenguaje: “es bueno, cuando acrecienta la lengua sin alterarla, cuando se asimila lo ajeno sin pérdida de lo propio, cuando se ostenta abundante, armonioso, fecundo; y es malo, cuando arruina lo que es de casa y roba, no adquiere, lo de fuera; cuando padece pobreza en medio de tesoros que nadie sabe aprovechar y descoyunta la lengua en la servil imitación de tipos exóticos; cuando no acierta a renovar lo antiguo ni a eufonizar lo nuevo; cuando de un lado es desuso, por lo que olvida, y de otro abuso, por lo que altera; cuando en todos sus movimientos lleva inequívocos signos de decadencia”.

Distinguió en la historia de una lengua tres periodos: anteclásico, clásico y posclásico, encasillándolos en cada una de las diferentes clases sociales; asimismo trató sobre la variación del lenguaje en el tiempo y en el lugar donde se habla una lengua; sobre la necesidad de mantener la unidad fundada en institutos de cultura superior, apoyados en escritores atildados; y en la gramática como conjunto de normas que deben regular el uso. Este equilibrio entre los hechos lingüísticos concretos y el sometimiento libre a una autoridad competente que modere su proceso evolutivo, fue el motor de su obra filológica; y la claridad de su pensamiento a este respecto obedece a su dedicación al estudio de la vida del español en América.

En este discurso, que es quizá su mejor escrito teórico en  materia filológica, defendió la unidad del idioma y disertó sobre el uso lingüístico a la luz de principios filosóficos e históricos según las leyes del lenguaje, que como instrumento de comunicación debe tener tres características: naturalidad, claridad y biensonancia.

En su artículo Fundación de la Academia Colombiana (introducción al tomo I del Anuario de la Academia Colombiana, 1874) y en la conferencia Americanismos en el lenguaje, dictada en la Academia Mercantil de don Simón Bolívar O’Leary, defendió la tradición hispánica en América.

Su empeño en la observación de la actuación lingüística y la consulta de varios tratados del lenguaje, lo llevaron a descubrir leyes gramaticales y a poseer sólidos conocimientos sobre etimología y variaciones semánticas del léxico, esto lo corrobora su Contradiálogo de las letras, artículo dedicado al escritor venezolano Arístides Rojas.

Desarrolló temas fonéticos y ortográficos en páginas sobre El alfabeto fonético, Del nuevo sistema gramatical, Del método de traducción, Del alfabeto o abecedario, De las consonantes, Reacción ortográfica, artículoen defensa de la ortografía etimológica; Ortografía castellana, B y V, estudio sobre el sistema convencional de estos signos; Defendió los principios de la ortografía en pro de la unidad del castellano, lo que no puede lograrse, sino mediante el uso de un sistema gráfico único, producto del convenio entre la fonética y la etimología.

Escribió el Manual de elocución o principios del arte de leer y recitar; quees un breve tratado de prosodia, donde encontramos nociones básicas de fonética sustentadas en escritores contemporáneos y antiguos filólogos. Además sienta cátedra sobre la lectura como parte de la declamación que debe saber toda persona ilustrada, la gesticulación como auxiliar de la palabra, sobre el timbre de la voz para lograr maravillosos efectos, entre otros temas. Al respecto dijo: “La naturaleza prepara a los que han de lucir como lectores, recitadores y hasta oradores, dotándolos de sentimientos delicados y de un timbre de voz fresca, pura y simpática. Prosigue esta preparación práctica la madre, el padre, el maestro, comunicando al niño una pronunciación correcta y atildada”. Le dio gran importancia a la fonética ya que “la lengua es esencialmente un sistema de sonidos”. Centró su atención en la naturaleza y función de los sonidos del lenguaje. Describió el sistema vocálico con notable precisión. Clasificó las consonantes según el punto y modo de articulación, sonoridad y sordez e intentó distinguir letra y sonido. Determinó claramente las cualidades físicas del sonido, excepto timbre que era bastante vago. Y disertó sobre el concepto de sílaba en las Notas a la “Ortología y Métrica” de don Andrés Bello.

En el Informe sobre un texto para enseñar a leer, que no es ni más ni menos que la cartilla de Baquero en la que aprendieron a leer y a escribir nuestros mayores, defendió la importancia del sonideo para enseñar a leer.

El Plural de los apellidos es el primer escrito sobre el lenguaje de la pluma de Caro, fue redactado para refutar el artículo de Manuel María Mallarino sobre si los apellidos deben o no seguir las reglas generales de la formación del plural.

En otro artículo precisó el uso del “don”. Pero lo que más le granjeó fama de filólogo fue el Tratado del participio, donde con riguroso método y motivado por sus traducciones latinas estudió el participio, denominado tradicionalmente como gerundio, y sentó doctrina sobre su uso correcto e incorrecto con el firme propósito de defender la pureza de la lengua. “El gerundio llegó a ser un tumor maligno en el cuerpo del idioma, y era de necesidad apremiante una cirugía. Y eso fue el Tratado del participio”, afirmó el filólogo Tomas O. Eastman.

Caro dirigió a don Juan Antonio Zuleta, director de La Nación, una carta titulada Un apunte sobre otro  donde analizó  un artículo de José Caicedo Rojas sobre el uso de usted, tú, él, usía y vuestra excelencia.

Algunos de sus escritos en el campo lexicográfico son:

La Gramática…parda. Página para colegiales, artículo polémico sobre la propiedad del verbo clausurar empleado en un pasaje de La Nación y  tildado  de “barbarismo de grueso calibre” por El Liberal.

Diccionarios castellanos. Reseña histórica del Diccionario de la lengua castellana de  la Real Academia Española, editado en 1869. Y de la Muestra de un Diccionario de la Lengua Castellana, por Venancio González Manrique y Rufino José Cuervo, editada en 1871.

Diccionario de Cuervo. Reseña de la primera entrega del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana.

Rafael Núñez pidió a don Miguel Antonio que escribiera un comentario de la magna obra lexicográfica de  Cuervo, para complacerlo escribió el artículo Diccionario de Cuervo donde elogió y describió el método del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana.

Notas sobre trabajos filológicos. Se refiere a los comentarios favorables sobre las Apuntaciones y el Diccionario de Cuervo que hicieron Joaquín García Icazbalceta y Elías Zerolo.

Apuntes para el Diccionario. Es una lista de entradas con acepciones fundamentadas en ejemplos de atildados escritores, que al parecer fueron  enviadas a la Academia Española para la nueva edición del Diccionario.

Escribió unas Observaciones sobre el Diccionario, para la 11ª edición de 1869 y posiblemente para la 12ª edición de 1884.

En el Rebusco gramatical en forma de diccionario por Miguel Antonio Caro, obra inconclusa y concebida en su juventud, encontramos algunas normas para el buen uso de determinadas formas lingüísticas, retomadas en el Tratado del participio, y algunos aspectos esenciales de la morfología española referentes a las terminaciones y derivaciones en el castellano.

Otros trabajos afines son: Advertencia y noticia bibliográfica sobre las obras gramaticales de Bello, escrito preliminar de los Estudios gramaticales, introducción a las obras filológicas de don Andrés Bello, por Marco Fidel Suárez.

En Menudencias iliterarias crítica el uso de iniciales para suplir los segundos apellidos.

Escribe un breve comentario de las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano  en una carta  enviada a don Nicanor Gómez.

Hace un juicio crítico al Curso práctico del inglés, escrito por Raúl Pérez. Donde después de encomiar la obra del joven autor, le corrigió algunos errores sustantivos en los campos morfológicos de la gramática y la traducción.

Asimismo encontramos en su archivo varios apuntes de Caro para ilustrar sus escritos que permiten ver aspectos metodológicos del trabajo investigativo de nuestro sabio colombiano en el tema filológico. Cuestión de autoridad en materia de lenguaje. Versión de los señores Manuel M. Paz y su hijo José Manuel de Pazde una conferencia de Caro en la Academia Mercantil de don Simón Bolívar O’Leary. Arcaísmos. Una reseña sobre el Arte del romance castellano, de Benito de San Pedro, entre otros.

Don Miguel Antonio Caro, en medio de las dificultades de aquella época, logró una sólida preparación filológica fundada en serias y juiciosas lecturas que la ciencia del lenguaje había producido hasta ahora. Este personaje supo aprovechar las oportunidades tanto familiares como laborales para su vasta formación.

El amor a la patria y a las letras lo llevó a la dirección de la Biblioteca Nacional que en su tiempo no era más que un depósito de trastos viejos, cuadros y tomos polvorientos, pero él, con la ayuda de don Marco Fidel Suárez, se dio a la tarea de ordenar, clasificar y enriquecer mediante canjes, compras y donaciones, inclusive de sus propios libros.

Llegó a tal punto su proactividad en este campo que publicaba los catálogos como suplemento en los Anales de Instrucción Pública y registraba el movimiento mensual de lectores en el  Diario Oficial. Además presentaba anualmente un trabajo literario, de ahí salieron sus mejores ensayos sobre Virgilio, Bello y Menéndez Pelayo.

El recorrido, grosso modo, de buena parte de la producción filológica de don Miguel Antonio Caro, nos permitirá ver que expuso sus ideas combatiendo las que consideró erradas,  que su amistad y admiración a ilustres humanistas no fueron óbice para blandir sus argumentos críticos, como lo hizo con Bello respecto a los tiempos de la conjugación, el uso del gerundio, la definición de sílaba, etc., y que censuró frases de esmerados escritores: Garcilaso, Granada, Cervantes, Hermosilla, Calderón, entre otros. Porque como dijo Aristóteles: Amicus Plato, sed magis amica veritas.

César Armando Navarrete Valbuena.

Referencias:

  • CARO, MIGUEL ANTONIO. “Gramática de la lengua latina para el uso de los que hablan castellano”, en Obras, tomo II, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1972.
  • ________ “Estudios lingüísticos, gramaticales y filológicos”, en Obras, tomo III, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1980.
  • CARO, VÍCTOR EDUARDO y GÓMEZ RESTREPO,  ANTONIO. “Introducción”, en Obras completas, tomo V, Bogotá, ed. oficial, 1928.
  • DÍAZ GUEVARA, MARCO ANTONIO. La vida de don Miguel Antonio Caro, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984.
  • RIVAS SACCONI, JOSÉ MANUEL. El latín en Colombia. Bosquejo histórico del humanismo colombiano, 3.ª ed., Santafé de Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1993.