Este perínclito maestro, hombre sencillo y bueno, gran amigo, conocedor como pocos de la vida y obra de los tres grandes filólogos suramericanos Cuervo, Caro y Bello, quienes le inspiraron inmortales escritos. Nació en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá) el 5 de noviembre de 1909.

La admiración y aprecio a don Andrés Bello lo llevaron a dedicarse con unción a conocer y disertar sobre sus estudios. En Bello en Colombia, uno de sus escritos de mayor resonancia, dice textualmente: <<Bello y Bolívar son para Venezuela y Colombia el más vivo símbolo de fraternidad. Bolívar con su espada nos da la independencia política y bello con su pluma nos educa y nos pone en el camino de madurez intelectual>>. Trabajo publicado por el Instituto Caro y Cuervo en 1952, aquí aborda don Rafael la vigencia e influencia de la obra del Gran Americano en Colombia, a tal punto que sus doctrinas forman aún el soporte de nuestra cultura idiomática. Preparó, por encargo de la Comisión editora de las obras completas de Andrés Bello, la Bibliografía de Bello en Colombia, en la que hizo importantes comentarios, pues investigó exhaustivamente su producción intelectual y logró determinar cuántas veces y quiénes han reeditado cada una de sus más importantes o representativas obras en Colombia sobre los campos de la filología, el derecho y la filosofía, convirtiendo este trabajo en una bibliografía comentada, lo que le permitió profundizar en las obras del gramático venezolano para producir unas Notas y comentarios donde menciona  a los colombinos que quisieron corroborar, ampliar o precisar sus doctrinas, entre ellos a nuestros egregios humanistas Cuervo, Caro y Suárez, desentrañando en cada uno de ellos la importancia de sus comentarios y su veneración por la obra del Sabio Americano palpable en las Notas a la <<Ortología y métrica de don Andrés Bello>> por Caro, en los aportes del filólogo Rufino José Cuervo a la Gramática de Bello y en el trabajo de don Marco Fidel Suárez Ensayo crítico sobre la Gramática castellana de D. Andrés Bello, con el que se consagró como Académico Correspondiente de la Academia de la Lengua; y que luego, sin abandonar la línea de investigación, escribió los Estudios gramaticales, trabajo serio y bien fundamentado, introducido por Caro. No podía soslayar, don Rafael, el  Ensayo sobre la Gramática de la lengua castellana de D. Andrés Bello por Manuel Antonio Bonilla, escrito que obtuvo el primer puesto en la celebración del centenario de la Gramática de Bello en la Academia Venezolana de la Lengua, como tampoco las Notas e ilustraciones de Martínez Silva, donde hace algunos comentarios a los Principios del derecho de gentes.

En 1966 el doctor Torres participó en el Congreso Interamericano de Lingüística, Filología y Enseñanza de Idiomas, realizado en Montevideo, con la ponencia La influencia de Bello en Colombia. Modernidad en la <<Gramática>> de don Andrés Bello, donde precisó la funcionalidad de las palabras en la estructura gramatical del enunciado. Analizó sus intenciones y aportes al escribir Gramática destinada al uso de los americanos y afirmó que Bello tuvo una concepción moderna de la gramática, lo que puede apreciarse en las ‘partes de la oración’ considerada desde los griegos como una unidad de sentido, de cuya coordinación eslabonada en el discurso resulta la cadena del habla, pero que cuando se trata de establecer sus partes vacilamos entre el criterio morfológico, lógico o sintáctico. “El estudio cada vez más atento del lenguaje, dice don Rafael, nos ha llevado a la conclusión de que se trata de un problema que no puede tener una única y simple solución porque el fenómeno lingüístico tiene complicaciones de orden superior y no se deja reducir a esquemas rígidos, por bien ideados que parezcan”. Afirmación sustentada con un certero recorrido por el pensamiento de Platón, Aristóteles, los estoicos, los alejandrinos, Dionisio de Tracia, y algunos lingüistas modernos como el danés  Viggo Bröndal. Acotó el doctor Torres que la dualidad forma-función constituye el meollo de la gramática y no es posible para una recta clasificación prescindir de ninguno, así como tampoco es posible en la realidad separar la correlación función-significado. Esto llevó a Bello a sostener que el sistema gramatical español girara sobre la funcionalidad de las palabras que es la que ha dado validez a los estudios estructuralistas y la importancia a los estudios de lingüistas modernos como Bloomfield, Jespersen, Hjelmslev, entre otros y a un buen número de filólogos de habla española quienes han declarado que su inspiración en cuestiones gramaticales emana de Bello, entre los que se encuentran los pontífices máximos de la filología en Colombia Cuervo y Caro, que fueron los primeros apóstoles del  evangelio filológico de Bello. Puede decirse que no hay un texto de gramática escrito a mediados del siglo XIX que no se fundamente en las doctrinas o el método de Bello. Mencionemos algunos: el Nuevo catecismo de gramática española, o Extracto metódico y compendiado del nuevo Salvá, por el doctor Mauricio Verbel; Observaciones curiosas sobre la lengua castellana, por Ulpiano González; Breves reflexiones sobre el verbo castellano,  por el doctor Domingo Peña; Principios de métrica, por Eduardo Salazar; Compendio de gramática castellana, por don Santiago Pérez. Don Rafael demuestra profundo conocimientos de las obras gramaticales desarrolladas con base en los principios plasmados por don Andrés Bello.

Estudió con detenimiento los temas que argumentan la modernidad en la Gramática de Bello y algunos de los principios establecidos por él como la individualidad de las lenguas y la funcionalidad sistemática. Podríamos concluir que los estudios del doctor Torres sobre Bello están encaminados a la defensa de la modernidad de su gramática y a la apología de la imagen del personaje que algunos guardan como gramático recalcitrante y purista.

En su discurso “Andrés Bello, maestro del idioma”, para celebrarle el natalicio, en 1969, en la Biblioteca Nacional, hizo un breve, pero enjundioso recorrido por la obra del caraqueño.

Don Rafael, escritor fluido y elegante, llevó la palabra en Colombia, España, entre otros países, en representación del Instituto Caro y Cuervo en homenajes al Maestro Americano para manifestar la admiración de sus concepciones y de su magisterio en Colombia. Con excelentes argumentos y pleno conocimiento de la obra filológica de Bello explicó por qué es el precursor de los modernos estudios lingüísticos. Afirmó que tanto Bello como Cuervo tuvieron el gran acierto de haber aplicado al análisis lingüístico un criterio objetivo, que atiende a los hechos del habla más que a los fenómenos del pensar, a lo sincrónico más que a lo diacrónico.

En el marco del bicentenario del nacimiento de Andrés Bello, hizo un detallado seguimiento de su actuación política y educativa en Chile, además de encomiar su Gramática como la descripción sincrónica, científica y normativa del español para la defensa de la unidad del castellano. Asimismo resaltó su labor de filólogo, historiador, geógrafo y poeta. Es decir, de humanista integral.

Don Rafael, en sus funciones de director del Instituto Caro y Cuervo, tomó la palabra para saludar y agradecer a la comitiva del pueblo venezolano la donación de la estatua de Bello, para solemnizar los cuarenta años de la fundación de tan prestigiosa Institución. Ocasión en la que insistió que en Colombia, el autor de la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos ha tenido numerosos biógrafos, glosadores y comentadores de sus obras. Anunció la reedición de sus principales escritos por el Instituto Caro y Cuervo y por la Academia de la Lengua, corporación en la que el doctor Torres prestó su concurso como subdirector, censor, delegado a varios Congresos de Academias, en el de Caracas le encargaron la revisión del Esbozo de la gramática; y en el de Lima, 1980, participó con la ponencia <<Formación de vocablos compuestos castellanos>>. Además fue presidente de la Comisión de Lexicografía, donde exhibió su sabiduría sobre todo en asuntos gramaticales, ya que en las respuestas a las consultas sobre temas complicados de morfología y sintaxis españolas, las dio con precisión, sencillez y profundidad, convirtiéndolas, algunas de ellas, en verdaderos tratados gramaticales y lingüísticos como <<El pronombre le>>, <<El dequeísmo>>, <<Un caso de la preposición de>>, etc. Escribía primero de puño y letra y luego sí a máquina, corregía sus escritos una y otra vez antes de entregarlos a la imprenta. Estos artículos no fueron siempre las consuetudinarias consultas académicas, sino fruto de su afición al buen uso del lenguaje, la investigación y la docencia.   

Volviendo a sus estudios sobre el Gran Americano, afirmó que fueron varios los escritores que se acercaron a él con admiración, entre ellos el poeta y diplomático José María Torres Caicedo, quien supo juzgar su obra poética; don Manuel Ancízar, amigo personal de Bello; Caro con su rigurosa crítica histórica; Suárez, Rafael Pombo, José Manuel Marroquín quienes se sintieron sus discípulos y supieron magnificar su obra. Pero consideró que no toda su labor filológica está aprendida, pues hay  <<Gramáticas modernas que dicen ser intérpretes de Bello y siguen enseñando que “sustantivo es la palabra que designa personas, animales o cosas”, o que pronombre “es la palabra que remplaza al nombre para evitar la repetición de este”. ¿Por qué todavía la clasificación de las partes del discurso como partes de la realidad, y el género asimilado con el sexo? estas aseveraciones, entre otras, no son dignas de quienes dicen conocer el idioma y estar conducidos por la mano de Bello>>.

Este académico y educador ingresó al Instituto Caro y Cuervo en 1940, cuando aún era el Ateneo de Altos Estudios, a trabajar en el Diccionario de Cuervo. En el Instituto ocupó las plazas más importantes de su organización, investigador titular, decano del Seminario Andrés Bello, subdirector y director. Fue uno de los primeros en preocuparse por el rescate de los trabajos y materiales de don Rufino José Cuervo, editó y prologó las  Disquisiciones sobre filología castellana, donde se recoge por primera vez el folleto Muestra de un diccionario de la lengua castellana, con la presentación exhaustiva de las notas del autor. Muestra catalogada por Cuervo como una de las ignorantias iuventutis (escrito cuando tenía 19 años de edad) que nunca quiso que pasara de simple muestra de un diccionario cuya inexistencia en español le parecía inexcusable. Después apareció la admirable serie de los Estudios filológicos y las Observaciones sobre el diccionario. Prospecto del diccionario que es la síntesis de su pensamiento en relación con esta obra. Filología española, aguda réplica de Cuervo a uno de sus comentadores. Y publica en su totalidad los artículos de  El castellano en América.

Se propuso hacer una minuciosa y exhaustiva bibliografía de don Rufino para corregir las falencias de la de Augusto Toledo, causa de que se conozca mal al filólogo colombiano, pues se ha dado una visión deformada y equívoca del científico y del hombre, dijo su autor. Y con una juiciosa clasificación de la producción intelectual de Cuervo, y el estudio de y sobre sus obras, para poder interpretar su pensamiento y su metodología, logró identificar los verdaderos escritos de su pluma.

En colaboración con Fernando Antonio Martínez publicó el libro Rufino José Cuervo, trabajo de admiración por el genial iniciador de la filología hispánica moderna.

Con el título <<La misión del maestro>>,  rememora a los egregios investigadores que apadrinaron el nacimiento del Instituto Caro y Cuervo, considerándolo como el santuario de la amistad y del trabajo.

Don Rafael certifica con sus obras su destreza en asuntos bibliográficos, su pericia en el trabajo editorial y su riguroso método investigativo.

En el discurso <<Un aspecto de Cuervo>>, pronunciado en Tunja, manifestó su pasión por la educación literaria. Y disertó sobre la especialización del conocimiento, consideraba que la falla capital de nuestra cultura desde la formación de la República está en el afán de la adquisición de los conocimientos múltiples. El hombre enciclopedia es producto de tiempos remotos como lo fue Aristóteles, el especialismo es una necesidad de nuestra época porque las ciencias son muchas y vastas. Sostuvo  que la cultura de un pueblo se mide por la calidad de sus especialistas,  que la poesía como la oratoria no gozan de especialización, pero que la filología ha tenido la fortuna de contar con un especialista que nos ha granjeado fama ante propios y extraños, Cuervo, el único de nuestros grandes cerebros que se propuso siempre una sola disciplina, pues vivió nada más que para conocer los detalles de la lengua. En cambio Caro no fue un especialista, fue un humanista en el sentido clásico de la palabra. Algo similar se puede afirmar de Suárez y de Antonio Gómez Restrepo. Pero también determinó los peligros que trae consigo la especialización,  apoyado en el artículo de Caro <<El darwinismo y las misiones>> donde afirmó: <<Los que dedican sus vigilias a un ramo particular de conocimientos, acostumbrándose a ver las cosas por un solo aspecto, y pierden la visión del conjunto. Esos hombres son meros observadores, buenos para suministrar datos al filósofo, al pensador, pero no para establecer teorías generales>>. De esta manera despliega don Rafael su faceta de hombre crítico y renovador.

Sacó a la luz Una página desconocida de don Rufino José Cuervo, donde da la noticia del hallazgo del comentario del filólogo a la Gramática chibcha de Ezequiel Uricoechea.

Una sentida página, pletórica de afecto y amor patrio, fue su escrito sobre la visita que hizo a la tumba de Cuervo en Père Lachaise que tituló <<Una visita a la tumba de Cuervo>>.

Con el compromiso ineludible de continuar el Diccionario de construcción y régimen, formó equipos de trabajo, contrató doctos lexicógrafos, buscó auxilios económicos y produjo el artículo <<A los cien años del Diccionario de Cuervo>>, donde expone la importancia, características e historia del Diccionario. El compromiso con esta obra fue tal que en marzo de 1987 la parca lo sorprendió redactando la monografía fabricar, primera entrada del cuarto tomo del Diccionario.

A Caro consagró largas jornadas, estudió profundamente su Gramática Latina,  Del uso en sus relaciones con el lenguaje y Notas a la <<Ortología y Métrica>> de don Andrés Bello.  Al glosar, con admirable juicio, el Tratado del participio advirtió la inexactitud de las terminaciones del gerundio en Caro y Bello, pues el morfema del gerundio es –ndo, al que anteceden las vocales temáticas –a-  para los fonemas en –ar y –ie-  para la conjugaciones en  -er  y en -ir, y no en –ando, -endo como ellos pregonaron. Con la modestia que siempre lo caracterizó, justificó tal imprecisión como propia de la época proveniente de la influencia de la lengua latina. Asimismo con argumentos claros criticó la denominación del verdadero carácter del gerundio como participio activo.  Escribió el artículo Caro, defensor de la integridad del idioma. Una excelente síntesis de los escritos filológicos de don Miguel Antonio, aquilatada con sus acotaciones sobre la ciencia del lenguaje de los Neogramáticos en cuyo seno se encontraban Ferdinand de Saussure, Edward Sapir y Leonard Bloomfield. Reconoció la autoridad de Caro en cuestiones de erudición humanística. Concluyó que sus obras son el más luminoso foco para definir dogmáticamente puntos litigiosos del uso y aun cuestiones teóricas de lenguaje.

En la presentación al primer tomo de las Obras completas de Caro, editadas por el Instituto Caro y Cuervo, comentó la gestión de su hijo Víctor Eduardo, en 1909, con el editor Herder para publicar la obra de su padre. Y cómo por Ley 12 de 1911 el Ministerio de Instrucción Pública conformó una comisión para tal fin, pero que luego el Instituto Caro y Cuervo la tomó como  tarea primordial. Por eso el entonces director, don José Manuel Rivas Sacconi, resolvió conformar la Comisión editora de las Obras completas de Miguel Antonio Caro de la que formó parte don Rafael Torres, quien con plan no solo temático, sino cronológico impulsó la edición de su vasta y polifacética producción intelectual, esfuerzo y proyecto que quedó inconcluso.

Desde su visión de Caro como un humanista integral, no estuvo de acuerdo con la parcelación de su pensamiento para estudiarlo, porque, según don Rafael, se corre el peligro de exhibirlo como figura diletante que espiga en todos los campos del saber sin profundizar en ninguno.

En su ensayo La lengua al servicio del hombre afirmó que Caro y Cuervo estaban al corriente de los movimientos lingüísticos en Europa en los años setenta a pesar de la dificultad para obtener las obras en Bogotá. Tuvo el convencimiento pleno de que el discurso Del uso en sus relaciones con el lenguaje es el mejor escrito teórico de Caro en materia filológica, donde defiende elocuentemente la unidad del idioma y procura hacer ver que la lengua debe estar al servicio del hombre y no al contario, precisa su pensamiento sobre este tema apoyándose en varios escritos en materia del lenguaje y desenfundando su erudición lingüística.

En su escrito Morfosintaxis y gramática histórica, se centró en el balance que Caro hace entre la gramática como conjunto de reglas intrínsecas a la lengua misma y conjunto de reglas impuestas por una autoridad extrínseca, y en la mirada diacrónica de la lengua, donde Caro acoge el pensamiento de Bello <<una cosa es comparar entre sí dos idiomas y otra cosa considerar un idioma como es en sí mismo>> de donde surge la definición de gramática del caraqueño.

Sin duda, don Rafael Torres estudió lo más importante en la obra filológica de Caro, comenzando por la Gramática latina,  pasando por el Contradiálogo de las letras; Un apunte sobre otro; Gramática… parda; Tratado del participio; etc. Y reseñó algunos temas tratados por el polígrafo bogotano como <<Fonética y ortografía>>, donde resalta la claridad con la que Caro expone estos dos tópicos lingüísticos con base  en las Notas a la <<Ortología y Métrica de don Andrés Bello>>. En lo concerniente a <<Métrica y prosodia>>, analiza De la aliteración considerada como elegancia métrica y Notas a la <<Ortología y métrica de don Andrés Bello>>. Páginas en las que Caro hace gala de su sólido conocimiento de la métrica greco-latina y castellana. Y en <<Lexicología y lexicografía>>. Asuntos transversales en la obra de Caro, <<se va viendo cuál era su concepción sobre la evolución semántica del léxico partiendo del análisis etimológico hasta llegar a los complejos problemas de la polisemia y la sinonimia; sobre la forma de establecer sentidos rectos y metafóricos; sobre el tratamiento que ha de darse a arcaísmos, neologismos, tecnicismos, etc.>> Afirma don Rafael.  

Estos ensayos del doctor Torres conforman un minucioso examen del trabajo filológico de Miguel Antonio Caro cotejado con atildados lingüistas contemporáneos, donde muestra el conocimiento profundo de cada obra que describe a las que no se dedicó a una mera lectura informativa, sino que estudió, analizó y sacó sus propias conclusiones.  

Su marcado interés por la vida y obra de don Marco Fidel Suárez, le inspiró composiciones como <<don Marco Fidel Suárez ante el problema de la lengua>>, discurso pronunciado en la Academia de la Lengua para conmemorar el primer centenario del nacimiento del filólogo antioqueño. Sentidas palabras acerca del hombre que ocupó un alto puesto en el firmamento literario de América, se destacó en el servicio a la vida pública colombiana y se caracterizó por su complejo carácter. Pero desarrolló especialmente un capítulo sobre la historia de la filología en Colombia y la posición de Suárez frente a la lengua, quien hizo su entrada triunfal en estos campos con el Ensayo sobre la Gramática de don Andrés Bello. Y quecon la autoridad del docto en el uso del lenguaje escribió el Análisis gramatical de Pax. Don Rafael, además, hizo un juicioso análisis de las dos partes del discurso El castellano en mi tierra, donde Suárez <<Se propone demostrar cómo el contacto de los descubridores con las cosas y el ambiente del Nuevo Mundo produjo en la lengua una serie de modificaciones que deben reputarse como natural capacidad de adaptación y prueba de la riqueza y flexibilidad del romance castellano>>.

De Los  Sueños de Luciano Pulgar  afirmó que son una magistral recopilación de las ideas y principios que él amó y defendió durante toda su vida, en donde no podía faltar su constante preocupación por las cuestiones del lenguaje. Finalmente, hizo un excelente parangón entre Caro, Cuervo y Suárez. La sencillez y claridad con las que expone estos y otros temas, hacen del doctor Torres un expositor superior.

Otra de sus piezas literarias sobre el Presidente Paria fue El triángulo sapiente del humanismo colombiano, discurso para la inauguración del Centro Marco Fidel Suárez de la Universidad de Antioquia, en donde lista a estudiosos de la lengua con sus obras más representativas e invita a emprender la investigación de la historia de la filología en Antioquia.

Su permanente contacto con las figuras más connotadas de la filología hispanoamericana hicieron de don Rafael un especialista en la lengua española, de estilo sencillo, con prosa ágil y fácil, convencido de que para darle forma a la expresión lingüística se requiere del orden lógico en la frase y la precisión en la selección del vocablo, luego es por la sintaxis que se llega a la clara expresión del pensamiento. Entendía que el lenguaje es heterogéneo, expresión del pensamiento y medio de comunicación.

Al parecer, ese dominio de la lengua española y su dedicación al estudio del lenguaje provienen del conocimiento de la lengua latina, a la que estuvo dedicado desde su  adolescencia, convirtiéndose en traductor talentoso de la poesía latina. En el capítulo dedicado a los poetas en La literatura latina, obra para obtener el título en Filosofía y Letras de la Pontificia Universidad Católica Javeriana, todas las traducciones son de don Rafael. Este trabajo de grado es un excelente enquiridión de estudios latinos. Leía asiduamente a Virgilio, Horacio, Ovidio, Tibulo, Catulo, Propercio, Cicerón, Tito Livio y Julio César.

Fue un gramático autorizado, crítico literario de estilo fluido y elegante, maestro en el uso de las palabras, sabía que ellas no solo significan lo que significan, sino que significan lo que nosotros queremos que signifiquen. Hombre metódico y profundo para formular o demostrar una teoría en los campos de la lingüística. Como maestro de la lengua prestó especial atención a la metodología de la enseñanza de la gramática teniendo en cuenta los grandes pilares: qué se enseña, para qué se enseña y cómo enseñar. Con claridad meridiana disertó sobre los principios y leyes que rigen el lenguaje y la comunicación entre los hombres.

En la página liminar de La llave del griego, edición del Instituto Caro y Cuervo para conmemorar el primer centenario del nacimiento de su autor, acusa al iñiguista Félix Restrepo, de retomar la investigación filológica en Colombia abandonada desde la muerte de Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo. Además le dedicó unas excelentes páginas con el título El padre Félix Restrepo educador y filólogo en donde hace una semblanza corta de su vida, pero se expande en comentarios de sus estudios filológicos.

El maestro bueno y eficiente, según Guillermo Ruiz Lara, se caracterizó por el estudio y honda reflexión de la lengua y de sus expositores más connotados. Por ello dedicó momentos importantes de su actividad académica a insignes personajes.

En su escrito Barba Jacob, el mensajero. Resalta la faceta periodística del vate colombiano con base en la biografía hecha por Fernando Vallejo.

El doctor Torres se propuso dar a conocer la obra de Hernando Domínguez Camargo: jesuita santafereño, poeta culterano del siglo XVII que implantó el gongorismo en Hispanoamérica, y fue criticado de maneras antagónicas. Con la maestría del exégeta eclesiástico recorrió los tópicos que marcaron su producción poética: la fauna, los banquetes, los jardines, Cristo en la cruz, la selva, la ciudad, el mar, etc. Su vasto conocimiento del panida santafereño, su versación sobre el Barroco y el dominio de la mitología greco-latina no hicieron abstrusos sus intricados versos. Y lo llevó a concluir que el bate santafereño ante todo era un creador genial que <<intuye con palabras lo que está más allá de ellas, lo inefable de la naturaleza, del amor, de la vida o de la muerte>>.

En la  Advertencia editorial de la obra poética y de la vida de este coloso poeta colonial, impresa en el Instituto Caro y Cuervo, resaltó la importancia de este representante del gongorismo americano, de quien don Rafael compiló la más completa bibliografía.

El 6 de agosto de 1963, en el marco del homenaje al poeta Hernando Domínguez Camargo, pronunció un discurso sobre este personaje, en la Academia de la Lengua, introduciéndolo con una bella justificación de la fundación de esta corporación. 

Se convirtió en un fiel intérprete de la sensibilidad del poeta cuando analizó y cotejó las ediciones del Canto a Cartagena de Indias, una de las mejores muestras de la escuela gongorista en América. Dilucida con maestría esos versos gongorinos para hacerlos inteligibles en sus circunstancias y su historia. La verdad, dicen los editores de sus Obras Jaime Bernal e Ignacio Chaves, que no se sabe si admirar más la composición en verso o la concinidad de la prosa del intérprete.

Por Cervantes mostró predilección y afecto, lo corroboran la excelente bibliografía crítica que publicó en el Boletín del Instituto Caro y Cuervo y  las reseñas de buen número de libros que se ocuparon del autor del Quijote. No se detiene solamente en la bibliografía comentada de ciento trece autores y ciento cuarenta y cuatro escritos del complutense, sino que además expone la importancia del Quijote como fuente de muchos y grandes escritores y narra la forma como llegaron a las Indias 100 ejemplares de la obra literaria cumbre en lengua española, en 1605.   

El  Vocabulario gramatical. Apéndice a los textos de gramática y ortografía, posiblemente el primer diccionario de lingüística en Hispanoamérica, escrito por Diego Mendoza Pérez internacionalista, sociólogo e historiador boyacense, era poco conocido en el panorama nacional, y fue rescatado por el doctor Rafael Torres Quintero.

En el ensayo Perdurabilidad de Quevedo expuso la causa suprema y última de la gloria de Quevedo, su personalidad y carácter dentro de un bien marcado contexto histórico en el que durante medio siglo su objetivo fue trabajar por España y para España. Busca con sus escritos, afirma el autor: “moralizar, defender sus creencias religiosas, sostener sus convicciones políticas y purificar el viciado ambiente que lo rodeaba”.

Escribió el prólogo a la edición del Antijovio, obra de Quesada, nuestro primer humanista, donde presenta detalladamente las características y criterios de la edición preparada en el Instituto Caro y Cuervo y publicada por la Editorial Voluntad. Para conmemorar  el cuarto centenario de Paulo Jovio, presentó un trabajo, extraordinario documento histórico, sobre su vida y sus obras y sobre las causas y el contenido del Antijovio.

Con este acervo de datos y conocimientos sobre el audaz Adelantado del Nuevo Reino de Granada investigó el “Lenguaje de Jiménez de Quesada” tema de disertación para posesionarse como académico de número en la Academia de la Lengua, el 23 de abril de 1957.

La enseñanza del castellano fue uno de sus afanes como formador de juventudes.  Con este propósito se acercó a Marroquín, de quien dijo que no ha sido suficientemente estudiado ni como filólogo ni como pedagogo. Resaltó la importancia de su escrito Estudio del castellano, considerado como unametodología y programa de la enseñanza del español. Al respecto afirmó don Rafael: <<Vislumbraba ya el señor Marroquín que la gramática es solo un aspecto de la lengua y que para penetrar en la compleja realidad que esta abarca es necesario atender a otros puntos de vista como el fonológico, el semántico, el dialectológico y el de sus valores sicológicos y sociales>>. Asimismo sostuvo que la gramática, considerada por Marroquín como una filosofía del lenguaje, debe estudiarse cuando la inteligencia y la edad del niño lo permitan. Comulga con Bello cuando estableció niveles de comprensión para la enseñanza de la gramática.

En su escrito Hacia una enseñanza integral del castellano, extrajo lo esencial de la ponencia del doctor Carlos Patiño Rosselli intitulada Lingüística estructural y gramática española,  presentada en Ibagué, en 1970. Exposición que trata sobre la controversia  del estructuralismo frente al tradicionalismo para la enseñanza de la lengua materna. Además razona sobre el entroncamiento del lenguaje en la psicolingüística y la sociolingüística, lo  que hizo de la gramática el <<arte de hablar y escribir correctamente>>. Explica el error, en lo que toca a la didáctica de la lengua materna, al identificar lengua y gramática. Y manifiesta la importancia tanto del tradicionalismo como del estructuralismo para la investigación y la docencia. Concluye con cinco puntos para la enseñanza del castellano y tres puntos metodológicos para dicho fin.  

En consecuencia, sacó don Rafael de su cacumen y dominio del estatuto teórico y epistemológico del estudio del español, importantes escritos, he aquí algunos de ellos:

Formas apelativas en el español coloquial de Colombia. Artículo que trata sobre los monosílabos o polisílabos, interrogativos o imperativos, que se utilizan como muletillas en el habla coloquial y familiar de los colombianos, pero que en realidad son oraciones elípticas para mantener la atención del interlocutor.

Sobre “conformismo”, “continuismo” y otros –ismos. Sesudo estudio didáctico sobre el contraste que existe entre el sufijo –dad y el –ismo cuando se pueden añadir ambos sufijos a un mismo adjetivo (moderno: modernidad y modernismo); y sobre la inclinación de dar a los abstractos en –dad –idad  valor cualitativo y a los –ismo  valor cuantitativo.

Es vasto e importante el legado filológico del doctor Rafael Torres que no se encuentra solo en sus escritos, sino en quienes tuvieron la fortuna de gozar de su amistad y de su magisterio en colegios, universidades y en el Seminario Andrés Bello.

César Armando Navarrete V.

Referencias:

  • TORRES QUINTERO, RAFAEL, Obras, Santafé de Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, tomo I, Filología, 1999.
  • TORRES QUINTERO, RAFAEL, Don Hernando Domínguez Camargo y otros estudios, Academia Boyacense de Historia, 1989.